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May 27, 2021

#8 (temporada 1)

Marcos,

Pessoas distantes escrevem cartas.

Pero qué intimidad siento en esta distancia de escribirte, de recibir lo que me escribís y llorar mientras leo en voz alta aquel texto en portugués que compartiste.

En mi caso creo que leo porque tenía silencio, poca internet, necesitaba otro lugar y ahí estaba la lectura. Si fuera a terapia imagino que la palabra también ocuparía muchas horas, después, por supuesto, de los eternos conflictos con la infancia, la madre, el padre, esas cosas. Mis poderes iban a ser y son de forma unánime de agua control, jugaba a eso en la piscina y estaba convencida de que tenía la técnica.

Los dibujitos nos hacen muchas cosas. Los dibujitos son relatos. Los padrinos mágicos me hacían sentir esperanza y luego indignación, era obvio que merecía tener un par, pero no los tenía. Eso solo podía significar dos cosas: que no existían, o que sí tenía y no me daba cuenta; como una especie de felicidad asintomática y vida paralela con el objetivo de evitar la memoria en pos de guardar bien el secreto. El dibujito decía que la gente grande que había tenido padrinos mágicos no se acordaba, porque era algo confidencial, pero yo en ese momento seguía siendo chiquita. Después entendí que había infancias tristes, y que ni papá noel ni otro tipo de magia más o menos capitalista iba a ejercer algún tipo de justicia al respecto.

Lo más cercano a la magia y la justicia fue la suerte de leer y más o menos escribir.

Para mí de niña la palabra también fue vehículo de cuestionamiento, y eso fue gracias a la capacidad de leer antes incluso de leer libros. Se dice que las primeras lecturas fueron lecturas de imágenes, y eso es lo primero que leemos, imágenes que se mueven, personas y conflictos que son signos mientras de a poco vamos incorporando el lenguaje que los reduce y modela. Mientras leía sin leer me fui armando de palabras, y en este proceso empecé a sentirme una impostora, un collage de impresiones ajenas, una sucesión de plagios.

Aún me pregunto dónde está lo propio, y si bien entiendo que lo más personal es la sensibilidad que elige en qué detenerse, qué robar, qué recortar, qué recordar, todavía a veces me siento impostora. Como le escribía a un amigo el otro día:

Me parece que es bastante común la fantasía de ser >monstruo encubierto, cuando al final estamos más cerca >de la torpeza.

No sé si algún día estaré lista para matar (me) o lo querré, ni si habrá hijxs de algún tipo que matar. Parte del dolor de sentirme impostora es sentirme extranjera en toda palabra, ya sea retórica o poética, y también en todo vínculo.

Sin embargo aquí estoy siendo escrita.

Con amor,

Agus

Posdata: En la escuela tenía un metroflog que se llamaba 1k_ORIGINAL.

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