#4 (temporada 1)
Marcos,
Leerte me devolvió a mi hermano Juan enojado porque yo había dejado de creer en dios. No rezar antes de ir a dormir solo podía significar eso. Él seguía con el hábito de murmurar en una inhalación el padre nuestro y declamar al final amén. Compartir cama cucheta implicaba ese tipo de intimidad.
Que Juan me reclamara no rezar ni creer en dios fue algo inesperado. Íbamos a catequesis desde los seis, siete años, pero siempre, creía yo, un poco en broma. Jugábamos al ping pong y le preguntábamos a las monjas por María Magdalena, por Lilith y por qué o quién era el espíritu santo si es que los otros espíritus no existían. Hasta el día de hoy recuerdo preguntarle a mamá por qué nos había bautizado y nos mandaba, y tener la duda de si Jesús era inventado como Adán y Eva o si existía como personaje histórico.
La intriga de qué sabor tendría la ostia y la necesidad de tiempo afuera de mi casa me hicieron fiel a la iglesia. Era un juego que me servía y lo sostuve hasta que a los doce me empecé a sentir incoherente, la iglesia no me parecía bien. Mi seriedad a la hora de jugar me hizo irme confundida y en crisis. Ya no estaba dispuesta a rezarle a ningún padre absurdo imaginado por otros, ni pertenecer a una institución genocida, y si bien hacía un tiempo había empezado a rezarle a la virgen por mujer, también dejé de rezarle a ella.
Sustituí la instancia del rezo a la noche por lecturas, y de día, en la xo o en el cyber, googleaba ateísmo, agnosticismo, politeísmo, panteísmo, budismo, reencarnación. Hacía dibujos de gotas que se desplazaban en círculos y volvían a una fuente donde estaban otras.
Nada me convencía y nada tenía claro cuando Juan me dijo ya no creés en dios, salvo que era una acusación que me ofendía por simple, y que de nuevo aparecía en mi vida la disputa y la fijación con algún tipo de sentido. Fue una de las primeras veces que me afectó a nivel emocional no poder lidiar con una idea, la de dios, ni poder responder una pregunta: en qué creo.
Igual se podría decir que tenía inclinaciones espirituales. La primera vez que busqué una lectura en internet busqué libros de espíritus, y llegué a La casa de los espíritus de Isabel Allende. Años después, tras dejar catequesis, mis lecturas orientalistas me llevaron a la meditación, la meditación a los sueños lúcidos, los sueños lúcidos a los viajes astrales, y mi investigación de libros sobre sueños derivó en La interpretación de los sueños de Freud, la lectura más difícil y más cara, que me hizo pasar de tener sueños lúcidos a no poderlos recordar.
El otro día en morfología y sintaxis una de las profesoras dijo: la oración es la proyección de un núcleo. Lo escribí para contártelo.
Un abrazo,
Agustina
Posdata: El verano antes de dejar catequesis le recé a dios para que me hiciera ganar el casting de Miss Tacuarembó. Me intenté filmar cantando unas cuantas veces, pero el formulario no aceptaba el formato de video de las xo. De todas formas sabía que no cantaba bien y que no me parecía lo suficiente a Natalia Oreiro. El año pasado con G. y S. le grabamos esta canción a L. de mi parte para su cumpleaños. Ella la cantaba en la película. Yo aún no canto bien.