#7 (temporada 2)
Marcos,
estoy en un matt verde manzana, tomo té de jengibre, limón y cúrcuma mientras la copa menstrual hierve al sonido de esto no es una historia real. Estoy agarrando el hábito de tirar la goma eva verde al piso y estar ahí. Estos días descubrí que estaba dura de espalda, alguien me empezó a masajear y me dijo oh, necesitas ayuda real y le dije que sí.
Ahora trato de moverme un poco distinto y aflojar. Confundí hacer la plancha en el agua con hacer la plancha de abdominales, pero fuera de entrenamiento, en temporada y con cosas arriba. Estos meses que son para la mayoría de descanso y relajación, como la novela que leías, para mí que soy de la costa y trabajo son sistemáticamente vividos como otro año dentro del año.
Ayer escuché hablar sobre la silla como dispositivo y sus efectos, la anulación de la zona media y la cadera. Por eso te escribo desde el piso, de nuevo en una posición horizontal que permita dejarme caer o masajearme con mi propio peso.
También fueron días de hacer números para organizarme y proyectar. Estoy cansada de vivir mayoritariamente de los ahorros que hago en verano, quiero encontrar una forma que me permita todo y en especial la calma. Creo que lo mismo quiero en las relaciones, todo y calma en especial.
Estoy muy feliz porque en estos meses me hice una amiga que está desafiando mi capacidad de imaginar. Jacki es ecuatoriana, tiene 25 años y desde los 19 viaja de mochilera por América del sur sin dinero. Salió de Ecuador con 100 dólares y todo lo que ha hecho es multiplicarlos trabajando en los lugares donde pasa y vive en voluntariados o couchsurfing. Vivió en la selva, hizo muchas cosas. Valora más la experiencia y la posibilidad de ir a lo desconocido. Nunca creí que se podría viajar sin dinero y sin miedo. Hoy creo que en algún momento lo podré pensar para mí gracias a ella. ¿Por qué nunca me imaginé nómade? ¿Por qué la máxima aspiración ha sido siempre una casa, un terreno, un título universitario, un trabajo estable? ¿Cuáles son las cosas que decido o son imprescindibles?
Las cosas no tienen mamá, dice María Elena Walsh en Cajita de fósforo.
Cuando era chica y no me podía dormir me imaginaba diseñando mi cuarto propio, iba a ser todo amarillo pastel. No lo tuve hasta que fui adulta y me mudé sola a los 19. Tampoco fue amarillo. Me parece peligroso lo que las carencias le hacen a la imaginación y al deseo, pero hay sabiduría en la necesidad.