#4 (temporada 3)
Marcos,
Este es mi año de descanso y relajación. Vivo en un balneario a cincuenta kilómetros de todo, donde no hay ni un quiosco ni una farmacia veinticuatro horas. Estoy aquí, entre dos lagunas literales y simbólicas: la laguna José Ignacio y la laguna Garzón, dos cúmulos de agua que forman un paréntesis geográfico y temporal. Yo, aquí y ahora, curando mis flujos y viendo hacia dónde se dirige la corriente del deseo, oscilando entre planear y estar presente. Me pregunto cuál es la logística que permite que la vida avance para mí hoy, y me doy cuenta de que no quiero avanzar, solo quiero estar presente con liviandad. Cuando la encarne un poco más podré confiar en la configuración de nuevos objetivos.
Hace una semana me borré instagram. Quise desactivar la cuenta temporalmente pero no me dejó, y decidí eliminarla. Una especie de suicidio virtual contemporáneo, o estado vegetal. Hoy el celular me avisó que mi promedio de pantalla activa bajó un 45% en este período. Estoy donando la ropa que ya no uso y limpiando los espacios, todo lo que sea sinónimo de hacer lugar y de sacar para afuera. Quizás estoy en modo domingo.
Hoy soñé que volvíamos a mandar las cartas y que la gente respondía diciendo que nuestras cartas eran como un beso. También soñé que me metía en una bañera/piscina con gente y que poníamos una corriente eléctrica en el agua. Veía cómo gente se electrocutaba a mi alrededor. A mí no me pasaba nada salvo sentirme muy incómoda. Una mujer al lado mío se electrocutaba, moría y veía cómo su carne se ponía negra y flotaba en el agua. Quería salir de ahí, era todo muy dark. No sé por qué te estoy contando esto.
Esta carta tuvo muchas formas también. No hojas desperdigadas, pero sí idas y venidas en este mismo archivo. Hago el ejercicio de imaginarme sin hacer grandes planes o grandes movimientos, más comprometida con estar presente, viendo tranqui qué puede pasar día a día. Me parece tremendo desafío.
Hace unos años leí un poema de César Vallejo que decía "Quiero escribir, pero me sale espuma". Lo memoricé y un poco me atormentó. Tiempo después perdí el habla un par de veces y por algún motivo son hechos que relaciono. Ahora tengo habla y puedo escribir, de hecho imaginé y deseé mucho este año de “descanso y relajación” ermitaño en La Juanita escribiendo (jajaja creo que no había trabajado de esta forma tan dura en mí misma). Si bien estoy escribiendo, lo que escribo va lento, o no va a ningún lado. Me siento ingenua, romántica e idealista. Quería escribir diez mil cosas (soy muy hábil trazando premisas interesantes que después nunca ejecuto) y ahora solo escribo. Creo que quedándome acá, en ese hábito y con las expectativas más bajas algo diferente va a surgir. Más que trazarme buenos objetivos siento que tengo que encarar distinto los procesos, esperando menos, valorando más.
Te abrazo,
A.