#4 (temporada 2)
Agus,
Sigo esperando en mi sueño una piedad.
Quizá un descanso profundo. Como el que la protagonista de Ottessa Moshfegh, en Mi año de descanso y relajación, consigue encerrándose en un apartamento con la complicidad de psicofármacos demasiado fuertes y un artista que se propone convertir su experiencia en performance. No logro sacarme esa idea de la cabeza, pero soy en partes iguales un poco nihilista y un poco pacato, y sé que no voy a ir más allá de un té de tilo.
También en el otro sentido. Pocas veces recuerdo lo que sueño y muchas menos alcanzo a registrarlo. Mis sueños están demasiado atados a las leyes del mundo diurno, a la vez representan situaciones abstractas pero mundanas. No sé si debo preguntarme más allá de lo evidente, o más bien conformarme con lo explícito.
[Foto de Juergen Teller para Purple Magazine (2021)]
Hace no tanto soñé que sentía deseo por una piba: me daba culpa y lloraba. Desperté y la culpa seguía ahí. Hace todavía menos tiempo leí el Tao Te Ching que me prestaste y volvió la incomodidad respecto del deseo. Recuerdo a S. preguntándose ‘¿quién soy yo para juzgar mis deseos?’. Me respondo que alguien con un historial de errores lo suficientemente grande. El desapego y el ‘fluir con’ parecen ser los caminos; aunque siempre es posible hacerse a un lado y dormir la siesta abajo de un árbol, si no te importa perder la carrera. Contradiciendo un posteo en instagram de Malén Denis: aun me erotiza lo que no tengo y me mueve la falta. ¿Acaso hay un golpe más duro al ego que la constatación de que alguien ya no está enamorado de vos?
Aunque es un viraje peligroso, me entusiasma la idea de salir de otro camino, del de la conciencia. Ese momento entre que suena la primera y la segunda alarma. Con lo de las drogas ya me confesé muy pacato. La infancia. Meditar hasta perderse. Transitar el mundo desde un multitasking espiritual donde el cuerpo opera mientras el corazón repite ‘Señor Jesucristo, ten piedad de mí’, como en las Plegarias de un Peregrino Ruso, me parece un proyecto de vida que vale la pena considerar. No tanto por lo del Señor Jesucristo sino porque eso de dejarlo todo y entregarse a una experiencia trascendental nunca pierde su encanto.
[En esa mañana (1990) de Zhao Bandi]
Para Plotino el retorno al mundo sensible es una caída. Para mi son las palabras, una forma de ordenar el desborde de los estímulos siempre en expansión. ¿Qué es para vos?
Hace mucho calor y muy poco rato desde que me desperté de la siesta, pero ya tengo sueño otra vez.
Te abrazo e imagino que empieza a sonar Dreams de Fleetwood Mac,
M.