#2 (temporada 3)
Marcos,
Leí una y otra vez tu traducción del fragmento de Pure Colour. Ella se arrancó todas las partes del cuerpo y las tiró al agua a la espera de una renovación que no pasó. Me pregunto con qué cuerpo espera mientras ve sus partes en el lago, con qué cuerpo observa el fracaso de su salvación y con qué cuerpo se tira a nadar después. Quizás me pregunto dónde está ella en realidad. Me parece fascinante la representación.
¿Quién no ha deseado perder el cuerpo ante el dolor? Perderse.
Yo sí lo he hecho. Imagino que me voy de mí, que llega la muerte como una siesta regeneradora, como un baño de agua absoluta que diluye la continuidad del río que soy. Basta imaginar eso para sentir alivio entre el llanto o la imposibilidad rígida de él. Algo así como recordar que solo soy unos litros de existencia. Una especie de Rescue Remedy para volver al cuerpo con un poco de levedad.
Hace un tiempo visité a una amiga y me dijo que nunca había estado tan cerca del suicidio. Su terapeuta le preguntó si era posible que dejara la facultad, ella le dijo que no, entonces le planteó que igual hiciera el ejercicio de imaginar que se tomaba un año libre.
Una vez lloré encerrada en el baño. Tenía trece años, agarré un compás e intenté cortarme una muñeca. Cuando la punta estaba a punto de inscribirse en mi piel no pude y me empecé a reír. Descubrí que iba a estar de mi lado, que no iba conmigo propiciarme más dolor del inevitable.
Desde ese entonces descarté la autolesión y su máximo exponente: el suicidio. Precipitar el dolor, intensificarlo, se presentó como una oposición clara a la necesidad de alivio. En cambio, la idea de la muerte como paz continuó. La fantasía de la no existencia era un lugar común al que cada tanto regresaba con menos triunfo.
Para mí y para la mayoría de mis amistades era evidente que todas las personas coexistían con la idea de querer morirse alguna que otra vez, independientemente de quererse matar. Resulta que no es así, que hay gente que imagina otras formas de libertad o liberación posibles antes que dejar de ser.
¿Por qué dejar de ser se presenta como la única opción de libertad posible para algunas personas?
[PoeMeme de @somoslanuevaola en instagram]
De Anne Carson solo leí Eros dulce-amargo, su primer libro, donde explora el concepto griego de eros como falta y genera la hipótesis de que la voluntad de conocer es una práctica erótica.
El dolor en ocasiones parece un agua contaminada e intransitable. El duelo es meterse y descubrir que se puede nadar y refrescarse ahí.
Quizás el duelo sea una práctica erótica, un tránsito de reconocer el dolor e incorporarlo hasta que se diluya en liviandad, en ser como una hoja.
Cuando me enteré de que no todo el mundo se quería morir a veces encontré un nuevo objetivo y parámetro de salud mental: dejar de fantasear con la no existencia e imaginar otras formas posibles de existir para mí. Las ideas también pueden ser un compás al servicio del flagelo, hay que elegir cuáles alimentar.