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February 24, 2022

#10 (temporada 2)

Agus,

De Terrence Hayes:

Algo de la metáfora del arco que nunca está
lo suficientemente cerca para ver la flecha
da en el blanco. Sigo siendo un misterio para mi padre.
Mi padre sigue siendo un misterio para mí.
El cristianismo es una religión construida alrededor de un padre
que no rescata a su hijo. Es la historia de un hijo
cuyo padre es un espíritu. Nadie
habla de la hermana de Jesús. No hay nada escrito
acerca de ella. No tuvo hijos, tenía
cuarentipico la primera vez que convirtió agua en vino.
No era lo que se dice precoz, puso una pequeña bodega
y viajó por todo el mundo para vender el vino.
Tenía el mismo nombre del vino.
No me acuerdo del nombre del vino.

Escribo como saliendo de casa y sintiendo que me quedó la hornalla prendida. Como si hubiera un retorno. Un desastre por encontrar. Pero por ahora puedo evadir.

Me pasa siempre. Siento que pierdo, que dejo, que olvido. Me apuro a revolver la mochila, a hurgar en los bolsillos, a preguntar a les amigues.

La retórica es un poder perverso. También aprendí con mis xadres, que solo tenían paciencia para argumentos, para lo que podía decir ‘hablando bien’. Estos días miré El estafador de Tinder e Inventando a Anna, embelesado por el poder de buenos looks y las palabras justas. El mundo organizado por esa máxima de Mirtha Legrand.

Creo que nos conocimos gracias a la retórica, estafadores precoces de las ideas, en un espacio de militancia institucional al que llegamos convenciendo. Recuerdo sentirme poderoso, aun cuando la escucha era algo performativo. Era divertido decir obviedades a personas atadas de manos y pies por sus responsabilidades políticas y de las otras. Teníamos razón, y aún así.


[Cristo en bikini - Violeta Parra (1964)]

Escribo como saliendo de casa. Estar sin gerundios es complicado. Proyecto demasiado, me apuro a terminar las cosas y no sé disfrutar de las llegadas. Escribo como saliendo pero no sé bien a dónde. Como un poema de Marosa, un loop espiralado, un vórtice-escalera caracol.

Pocas cosas molestan más a mi padre que el lenguaje inclusivo. Es como si fuera la realización de un programa cultural que niega todo lo que conoce y se opone con un fervor rarísimo. Creo que la lectura más caritativa del progresismo es que es una forma de aprender cuándo callar. Con mi hermana damos la pelea desde lugares distintos, con una coordinación tácita. A mi la pubertad me dejó un inconformismo latente y un poco de disfrute con el conflicto generacional.

“Me compré millones de cosas que rompí para ver cómo eran por adentro”, dice Charly García en una entrevista que ahora no puedo encontrar. Yo no las compraba, las agarraba de casa. Primero abrí juguetes, un impulso deconstructor, y después seguí con cosas viejas que estaban guardadas (recuerdo, porque no me lo perdono, un tocadiscos). Pero armar, rearmar, nunca se me dio bien.

Agustina arma y desarma. Yo miro e intento.

Gracias,

M.

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