#1 (temporada 2)
Marcos,
Empiezo y me da miedo, hace mucho que no escribo. Estoy toda trabada. Lo peor que me pasó fue perder el grupo de whatsapp conmigo misma que usaba como diario de sueños, la escritura diaria. Me alejé de pretensiones estéticas por cansancio. Dije menos, hice menos, borré casi todas las fotos de mi instagram, me vinculé con distintos tipos de silencio, intenté estar tranquila. Me moví de la forma más superficial que pude para sostener, porque sabremos cumplir, sabremos cumplir, sabremos cumplir.
(En realidad quizás lo que hice fue seguir el consejo de una amiga: “Hacé la plancha, beba, en la cama, en la playa, en la mente, en donde puedas: hacé la plancha.”)
Mis tiranos interiores temblaron, pero no lo suficiente como para acribillar a la tan indispensable, fascista, y temida en ausencia, funcionalidad.
Un animal hace ruido, me resulta parecido al himno uruguayo. Me pregunto si será cabra u oveja. Cada vez que emite un sonido parece decir Inéééés con desespero. Prefiero que el bicho sea cabra. Probablemente sea una oveja, por sentido común y por la época. Se acercan las fiestas y ese ser no va a encontrar a Inés: se va a hacer a las brasas y ya no voy a escuchar lo que parecen súplicas.
La heladera vibra alto como las narrativas new age de querer es poder y seres de luz. Sé que pronto voy a naturalizar estos sonidos domésticos. Quiero llenar la casa de plantas, leer y dormir lo suficiente.
Estamos acá de nuevo porque soñé que volvíamos con la nada para navidad. Estoy triste por haber perdido el archivo de más de un año de sueños. Quién me mandó a anotarlos en whatsapp y no hacer la copia de seguridad.
Una vez un amigo soñó que pensaba que yo llevaba mi vida con la eficiencia de una empresa privada exitosa. Me dio gracia y lástima, coincidí con su visión y me sentí cansada. No quiero parecerme a una columna dórica ni sentir mi vida como un imperio en construcción. Lo de hacer la plancha me gustó y me parece más razonable.
Quiero sentirme horizontal, dejarme apoyar, dejar de sostener, sentir lo que está pasando e ir viendo de a poquito.
Ayer agarré la guitarra y otro amigo me preguntó si quería tocar. Le dije que sí, y que también quería aprender a tejer, a hacer orfebrería y estudiar inglés. Nos reímos, me preguntó qué quería ahora y nos pusimos a improvisar.
Quiero escribirte con la sensación de un domingo de mañana temprano en la playa.
Un abrazo y gracias,
A.