#3 MAR25

No soy muy fan de las playlists.
Si ya sé, una contradicción no ser fan de las playlists y tener un newsletter de playlists.
Si las uso para descubrir música nueva, para explorar, como primer contacto con un artista o estilo nuevo. Pero cuando encuentro algo que me gustó, me paso a discos completos. Es mi manera favorita de escuchar música.
En fin, estuve en el proceso de repasar los discos del año pasado para elegir, cuál fue el mejor. A mi parecer, está entre estos cuatro. Así que este mes, armé la playlist sacando una canción de cada uno.
Más adelante hablaremos cual es el mejor de los cuatro.
Death & Romance, Magdalena Bay (2024). Me costó muchísimo elegir una sola canción de Imaginal Disk del dúo Magdalena Bay. El disco tiene algo que para mí es necesario para estar en la pelea del mejor del año, un concepto.
El álbum se presenta como un producto televisivo, con interludios, sonidos y modismos que salen muy de la época donde justamente la televisión era el medio central de consumo. Aunque suena moderno, tiene elementos del dance y el house que empezaba a emerger a principios de los 90, como en “Image“, del city pop de Japón de los 80 como en “Killing Time”.
También tiene otra particularidad que para mí lo hace merecedor de estar en la lista por ser el mejor: corre riesgos, y sale siempre bien de todos.
Se anima a distorsionar bajos como en “That’s My Floor”, se anima a superponer capas sonoras y texturas, tiene cambios de tempo como en “The Ballad of Matt and Mica”, es ecléctico sin salirse nunca del estilo que propone desde la primera canción.
symptom of life, WILLOW (2024). Este fue uno de los hallazgos de principios del año pasado para mí. Quedé muy sorprendido con la madurez sonora que tiene, sobre todo tomando en cuenta lo joven que es WILLOW. Un disco con elementos armónicos y rítmicos del jazz, pero anclado en el indie pop actual. Me generó algo parecido a cuando escuché “Emily’s D+Evolution” de Esperanza Spalding, lo cual es inmensamente positivo.
“empathogen” introduce complejidad musical pero con el objetivo concreto de expresar una emoción en particular. Esta canción por ejemplo está en un tiempo compuesto, lo cual es bastante raro, 7/8 en el verso (perdón si es muy teórico, pueden ignorarlo) hasta pasar a 4/4 en el estribillo. Creando un paralelo con el conflicto de definirse como individuo, o caber en un molde para conformar a la sociedad.
Bug, Fontaine D.C. (2024). Con “Romance”, el último disco de Fontain D.C. me pasa que a veces me parece innecesariamente elevado entre las críticas, y de a ratos lo inverso, lo siento infravalorado. A nivel sonoro me recuerda a ese Bowie de “The Next Day”, al Beck de “Midnite Vultures” y al Arcade Fire de “the Suburbs”, todos metidos en una licuadora para terminar en este disco super atemporal para el sonido de hoy.
Es tan raro, y hermoso, encontrar similitudes a Bowie en canciones y artistas, que siempre lo celebro muchísimo.
So Sick Of Dreaming, Maggie Rogers (2024). “Don’t Forget Me” es sin dudas el disco que más escuché el año pasado. Me sorprende que no haya quedado más alto en esos rankings y premios que igual no le importan a nadie.
Es demasiado sólido, todas las canciones me parecen bien escritas, y funcionan muy bien juntas como una bitácora, una fotografía o un film del momento de la vida de alguien.
Durante el año entero iba cambiando de “track favorito”, y hoy me cuesta quedarme con uno. Me decidí por “So Sick Of Dreaming” por su beat que me recuerda a ese pop rock femenino de los 90 (si, best década ever) y los detalles de producción y narrativos. Una canción que parece transmitir liviandad y seguridad, mientras esconde melancolía. Tal vez, una buena manera de definir el espectro emocional detrás de todo el álbum.
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👨💻 Playlist curada por Jeremias Menichelli