Qué cague y qué ganas.
Hoy he pasado por primera vez por el nuevo espacio del Instituto Tramontana, por el sitio donde Sergio y yo impartiremos el curso de Dirección de Producto.
Había quedado allí con Javier Cañada para conocer a un candidato al programa de Dirección de Producto. Y he flipado con el sitio, la verdad.
El espacio es alucinante. Salas enormes y aún por amueblar que en breve serán testigo de todo tipo de lecciones y aprendizajes, conferencias y debates, lecturas y visionados. Me encanta pensar que, más allá de ser el lugar donde “se dan las clases”, con el tiempo pueda acabar siendo un lugar por donde pasen a menudo alumnos, ex-alumnos o profesores a ver una charla o a participar en algún evento.
Molaría mucho si acaba convirtiéndose en el centro (porque está en el puñetero centro de Madrid en pleno Goya casi con Serrano) neurálgico de la creación de producto y del diseño en Madrid. Escuchando los planes de Javier sobre la gente que planea traerse y sobre las iniciativas que quiere poner en marcha, no me extrañaría nada que lo acabe siendo.
Me han entrado, por un lado, unas ganas locas de empezar con el programa. Y por otro lado, un canguelo superior al pensar que dentro de sólo unas semanas me tocará enfrentarme a las 12 personas que seleccionamos para el curso. A veces lo veo todo con una claridad meridiana y no puedo esperar a empezar; otras me asaltan trescientas mil dudas sobre el enfoque, el formato, la composición del grupo… Vamos, lo normal!
Estar allí e imaginarme en plena faena ha disparado ese primer pico de adrenalina que te entra cuando sabes que se acerca inexorable ese momento de salto al vacío inicial de (ex)ponerse delante de un grupo y de comenzar a transmitir lo que buenamente crees que esas personas necesitan para crecer y mejorar.
Qué responsabilidad, qué cague… pero qué ganas de empezar.
[Aquí yo, practicando in-situ, tratando de hacerme a la idea]