Disciplina y Producto
La semana pasada impartimos nuestro primer curso de especialización de Producto del Instituto Tramontana en Wayra.
La experiencia ha sido una montaña rusa, empezando por los nervios antes del curso por no saber si aciertas con el nivel y los contenidos para la audiencia: había emprendedores, product managers, desarrolladores y otros tipos de perfiles que esperarías en una aceleradora de startups, pero también directoras de unidades de negocio en Telefónica.
En el otro extremo, es muy agradecido sentir que estás ayudando a los alumnos a ver las cosas de otra manera, a encontrar nuevas formas de pensar en sus productos y nuevas avenidas que explorar.
Era un curso corto y elegimos pasar rápido por muchos conceptos en vez de profundizar en sólo algunos. Eso nos permitió dar una visión bastante amplia sobre lo que pensamos debería ser un buen proceso de producto.
Al mismo tiempo, no me dejó bien del todo el pasar de puntillas sobre algunas cosas que para mí son esenciales; creo que fue la decisión adecuada, pero al mismo tiempo, me hizo reafirmarme en que el enfoque contrario es el correcto para el programa de dirección de producto que empezamos en Noviembre: ser muy selectivos en cuanto a qué temas van a tener un mayor impacto y dedicar tiempo a verlos en profundidad y desde varios puntos de vista.
Un ejemplo de uno de esos temas es la idea con la que a menudo empiezo a hablar de producto, mantra de los entrepreneurs y las aceleradoras de Silicon Valley, pero que captura bien la esencia de cuál debería ser el objetivo principal de alguien que hace producto:
“Make something people want”
Parece sencillo, ¿verdad? Y cuando piensas en esa frase en el contexto de un producto que funciona bien y que disfrutas usando, abruma de lo obvia que es. Pero qué increíblemente difícil es hacer algo que la gente quiera.
Para empezar, requiere una obsesión por el cliente, una empatía que te permita ponerte en sus zapatos para tratar de entender qué quieren. Y más allá de eso aún: a menudo la solución concreta que quieren, la que piensan resolverá sus problemas y que demandan, esconde un problema de fondo que no saben articular. Saber desenterrar ese problema (ese Job-To-Be-Done para los adelantados) y convertirlo en algo que “people want” es un largo trecho que recorrer y requiere una gran disciplina de producto.
Sin esa disciplina, es difícil combatir el deseo imperioso de simplemente construir, de ponernos a tirar pixels o HTML y CSS; y aún más difícil es enfrentarse a lo que a ti de verdad te apetece construir, o a lo que tu equipo está empeñado en construir, confiados de que ellos saben qué es lo mejor.
Sin esa disciplina, es muy difícil enfrentarte a tu CEO y convencerle de lo que decía Abraham Lincoln (“Si me das seis horas para cortar un árbol, me pasaré las cuatro primeras afilando el hacha”) y que a menudo vale más alargar la investigación para entender el problema a fondo que tirar por la primera solución que se nos ocurra: validar tus asunciones, tratar de ver si hay una forma más sencilla de enfocar el problema, divergir en cuanto a las posibles soluciones o estar dispuesto a ignorar un roadmap para poder iterar hasta que des en el clavo.
“Make something people want” es tan sencillo de entender como difícil de llevar a cabo, y las prácticas que conlleva son el tipo de cosas sobre las que merece la pena profundizar. Y también es así con tantas otras cosas que lees en Medium o escuchas en podcasts: es fácil entender las ideas, es difícil destilar las disciplinas.
Ese es el desafío y objetivo fundamental del programa: el encontrar los temas esenciales y el nivel adecuado al que sumergirnos para cada uno; el no quedarnos en la frase o la anécdota y buscar las formas más efectivas de asentar las ideas y convertirlas en disciplinas.