Un lunes por la mañana, con los ojos medio cerrados y la agenda ardiendo, me encontré en medio de una mini pesadilla:
Tenía que actualizar datos en dos plataformas diferentes, a mano.
Copiar. Pegar. Repetir. Y no equivocarme.
Tenía dos opciones:
Hacerlo manualmente, con tres cafés y muchas probabilidades de cagarla.
O automatizarlo.
Por suerte, recordé que una de las plataformas tenía API.
Busqué la documentación.
Abrí un editor.
Un par de pruebas.
En 15 minutos ya tenía un script funcionando.
Sin errores. Sin estrés. Sin Red Bull.
El cliente pensó que tenía magia.
Yo sabía que solo era una API bien aprovechada.
Si tú también quieres que las máquinas trabajen por ti (y no al revés), esto te interesa:
Que trabajen por ti desde ya entrando aquí
— Alexander, CEO de Ingeniero Binario