Newsletter #12: Salir de la corriente que nos arrastra.
Un cómico americano y un proyecto analógico para superar la angustia digital.
Un abrazo a todas y a todos. En esta ocasión no han pasado 442 días entre newsletters, sino solo unas semanas. Ha sido un placer que el último número fuera recibido con tanto cariño tras la larga ausencia y espero que esta nueva entrada sea digna del tiempo que le vais a dedicar. Al contrario de lo que sucede en la mayoría de ocasiones, esta es una entrada que tengo pensada hace un tiempo. Lo cual no necesariamente implica que salga mejor que las que improviso en el momento. Ya me diréis vuestra opinión.
Creo que cualquier persona que desempeñe una labor creativa debe estar continuamente atenta a posibles fuentes de inspiración. Y creo que es especialmente importante que estas posibles fuentes de inspiración vengan de formatos y disciplinas ajenas a aquella en la que nos movemos habitualmente. Si, siendo cursis por un momento, nuestro material de trabajo es la vida y la realidad que nos rodea, que limitado es que nuestras fuentes de inspiración a la hora de crear nuevas fotografías sean tan solo las fotografías que ya han hecho otras personas. Creo también que la distinción artificial entre "alta" y "baja" cultura no ayuda en nada y que podemos encontrar reflexiones valiosas en cualquier manifestación cultural, sea un poema simbolista, una canción punk rock o una serie de anime.
Hoy quiero hablaros de un artista que me interesa mucho. Se trata de un cómico de stand-up estadounidense llamado Bo Burnham. Igual os han venido a la cabeza con esa definición imágenes de señores cuarentones en camiseta hablando de la comida de los aviones y de lo raras que son las mujeres en videos apolillados de El Club de la Comedia. Bo Burnham es un cómico de 35 años que empezó haciendo videos en YouTube cuando era adolescente, cantando canciones irónicas en su habitación sobre temas chocantes e intentando impactar al público diciendo burradas muy gordas. Este universo de chico blanco aburrido en su cuarto le salió bien, encontró una audiencia y ha hecho giras de actuaciones y especiales de comedia que pueden verse en plataformas como Netflix.

En todo ese tiempo ha ido variando su enfoque inicial de adolescente lenguaraz para construir una identidad pública más interesante, mezclando música y actuación en unos shows muy planificados que intentan renovar el formato de la comedia americana. La culminación de su obra es el especial "Inside" (disponible en Netflix), grabado en una casita de invitados junto a su vivienda en la época del confinamiento del COVID y en el que, sin público y asumiendo él todas las facetas de la producción hace un hilarante y trágico retrato de algunas facetas de nuestra hiperconectada vida y de su propia evolución como artista. Os lo recomiendo mucho.
Naturalmente, el humor es una cosa profundamente personal y es enteramente posible que veáis algunos clips de Bo y no le encontréis gracia alguna. O incluso que os ofenda y os cuestionéis la idoneidad de endiosar a otro señor heterosexual blanco y americano. Pero todo esto, creo, va a alguna parte. En su penúltimo especial de comedia, llamado "Make Happy" Bo Burnham dice una frase a la que llevo un tiempo dandole vueltas. Está al final de este corto segmento.
"Si podéis vivir vuestra vida sin público, deberíais hacerlo". Dicho por alguien que ha conseguido tener uno y vivir de ello. Es una paradoja muy de nuestros dias. La necesidad de conexión y la búsqueda de esa conexión a través de plataformas que plantean graves problemas. Por un lado favorecen a señores milmillonarios de ideas profundamente cuestionables y les hacen mas ricos y a la vez, bajo la pretensión de favorecer la expresión personal, en realidad premian contenidos y formulas que agradan a su algoritmo, aplanando profundamente la cultura y haciéndola mas homogénea y mas plegada a los intereses de compañías que no están particularmente interesadas en velar por nuestro bienestar. Y el coste en nuestra salud mental que puede tener toda esta exposición, tenga el alcance que tenga.
No se si es una visión simplista pero creo que, más allá de otros parámetros, en el fondo de las actividades creativas está el deseo de explorar y explicarnos la realidad y de compartir nuestros hallazgos. No es sencillo honrar esos impulsos en un clima de sobreabundancia de "contenido", feroz competición por la atención y una cultura acelerada que no favorece la contemplación, la reflexión y la pausa que muchas veces necesitan todas estas cosas que hacemos, sean fotos, canciones o lo que sea.
Tras su especial "Make Happy" y en su momento de mayor éxito, Bo Burnham dejó de actuar en público. Su salud mental se había resentido profundamente hasta el punto de que había empezado a tener ataques de pánico durante las actuaciones. Han pasado 10 años y no ha vuelto a los escenarios. Sigue activo, y aparte del especial "Inside" dirigió una película premiada y ha actuado en alguna otra, pero todo ello alejado de las redes y sin hablar en público ni conceder entrevistas. Nosotros no necesitamos llegar a esos extremos para pensar en como relacionarnos con el mundo y como compartir lo que hacemos de un modo que no nos haga mal.
Una posible solución, probablemente ingenua, es seleccionar una audiencia mas pequeña y predispuesta y compartir nuestros hallazgos de un modo que respete los tiempos que sentimos que necesitan. Y si encima propicia una conversación más de tú a tú y un intercambio de ideas, mejor que mejor. ¿Que forma podría tomar esto? Como decía en una entrada anterior, un impulso básico a la hora de compartir fotografías es el deseo de que otras personas vean algo que te llamó la atención. Puedes imprimir esas fotos que quieres que otros vean y en vez de lanzarlas al torrente imparable de las redes, usar el método analógico de mandarlas por correo postal. A unos amigos, a otras compañeras de profesión, quien tú decidas. ¿Te acuerdas de lo que se sentía al recibir una carta que era solo para ti?
Con un poco de suerte igual despiertas algo en la otra persona y a su vez te contesta, devolviéndote parte de esa ilusión que le generó tu misiva y creando una auténtica correspondencia. Igual podéis hacer un juego (como en la maravillosa web "a new nothing") donde cada imagen enviada tiene una respuesta visual y con el tiempo os juntáis con una cadena de mensajes fotográficos que no existiría de otra manera. No habría likes, no habría algoritmo, solo compartir algo que durante un rato os importa. ¿Cuantas de esas experiencias tienes hoy en día? Quizá todo esto te parece irrealizable, o una ingenuidad. Yo confieso que soy una persona notablemente inconstante y con dudas continuas sobre lo que hago pero ¿sabes qué? Yo llevo haciendo algo parecido desde el verano pasado. Y es imperfecto, pequeño y tremendamente valioso. Ojalá tu encuentres algo parecido también.
Esta entrada ha salido algo larga, pero espero que haya sido de vuestro interés. Tenía algo más que contaros pero creo que lo dejaré para la próxima ocasión. Mientras tanto, os recuerdo que podéis leer todas las entradas anteriores en nuestro archivo. Como siempre, cualquier cosa que me queráis comentar, soy todo oídos en los canales habituales. Gracias por llegar hasta aquí y hasta muy pronto
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