Newsletter #10 El coche de los muertos
Un abrazo a todas y a todos. Ha pasado ya casi un año desde que comenzaron estos envíos. Un largo año que ha volado. No he llegado al número de newsletter que hubiera deseado, pero confío en que alguna de ellas os haya rescatado, siquiera por un rato, del abrazo de hierro de lo cotidiano. No sé que será del futuro, no sé si ganaré nuevos amigos o si solo seguiré perdiéndolos, pero confío en que, de tanto en tanto, pueda mandaros unas palabras.
El coche de los muertos
Hacer un proyecto fotográfico no es nada sencillo. Se trata de dar con una idea o algo que nos apetezca perseguir durante un tiempo. Pero además, encontrado ese rastro que seguir, queda el trabajo (y el disfrute) de seguirlo. Nada garantiza que no nos desviemos por el camino. Y si al perdernos encontramos un nuevo camino, bienvenido sea el extravío. Pero puede que perdamos interés, que el coro de voces del fondo de nuestra mente aumente el volumen y lo dejemos a un lado. Si, por el contrario, completamos de alguna manera nuestro viaje y deseamos compartir nuestros hallazgos con otras personas, nada garantiza que ellos vean en nuestro proyecto lo que nosotros. Se trata, en definitiva, de una actividad que resiste poco cualquier escrutinio estrictamente racional.
Afortunadamente, no es la única manera de considerar estas cuestiones. Porque por el camino, insospechadamente, probablemente vivamos momentos minúsculos pero perfectos. Y con suerte igual algo de eso se intuye en nuestras fotos. Y las recompensas del alma igual compensan a ratos los sinsabores del mundo de las convocatorias, las becas, las redes y el entramado que sujeta de modo precario todo este artificio.
Hace años que no llevo a cabo un proyecto fotográfico.En parte es por el miedo a defraudar mis propias expectativas y en parte es porque el sobrepensar estas cuestiones me paraliza. Pero a ratos me gusta pensar en proyectos que sin duda no haré, pero que igual hubieran estado bien.

Vivo a 10 km de la capital de mi región. Es una distancia corta pero, para muchas cosas, es una distancia interestelar. En mi pueblo, como en otras localidades de Murcia, existe un fenómeno desconocido en la capital. Se trata del coche de los muertos. Es un vehículo que, dotado de un sistema de megafonía, va recorriendo lentamente las principales calles de la población anunciando los fallecimientos. Así, un mensaje típico que podría oírse pudiera ser así: "Queridos vecinos. Les comunicamos que ha fallecido, a los 85 años de edad, don José Ramírez Cuenca, conocido cariñosamente como Pepico el Rana. Su capilla ardiente está situada en el tanatorio de Alquerías, su entierro tendrá lugar mañana a las 17h en la iglesia del barrio."

La persona de la empresa que presta ese servicio en mi pueblo tiene un levísimo tartamudeo y se nota que no hay muchas tomas para cada grabación. Es una sensación extraña escucharla cada tanto, un recordatorio de nuestra propia mortalidad, un servicio público y a la vez la actualización tecnológica de una costumbre que es fácil imaginarse muchas décadas atrás.
De todo ello podría perfectamente hacerse un proyecto fotográfico, me parece. Y ante los mismos hechos, lo bonito y fascinante es que podría plantearse de muchos modos distintos. Desde un modo estrictamente documental, reflejando el día a día de un trabajo que, aunque rutinario, lidia con las emociones mas intensas. O podríamos darle una vuelta de tuerca al concepto, y contratar nosotros al coche de los muertos para transmitir de esta manera el mensaje que quisiéramos. O fijarnos en algún apodo especialmente sugerente, e inventar una genealogía de su origen. O tal vez todo esto solo me parece sugerente a mí, pudiera ser.
A veces los temas de los proyectos se repiten entre diferentes autores. Es comprensible, porque hay temas universales expresados en fenómenos que es muy tentador fotografiar. Pero siempre pienso que hay muchas historias, muchas nuevas maneras visuales de expresar lo que queremos contar. Ojalá vosotras y yo salgamos, definitivamente, a su encuentro.
Tal vez cuando leas esto ya sea tarde, pero en el momento de su publicación, aún quedan 15 días para presentarse a la Beca Fuego. Si no sabes de que te hablo, este post te lo explica. Gracias, como siempre, por leer estas palabras. Espero que hayáis disfrutado de esta newsletter. Feliz cumpleaños para vosotros, y para mí. Nos leemos pronto.