💌 OZ (otra newsletter)

Archivo
Suscribirse
marzo 9, 2025

OZ #40 💌 Amigas y feministas

Luchando por los derechos de las mujeres desde un estudio de fotografía

¿No lo ves bien? Léelo en tu navegador.
Queridas 177 personas que estáis suscritas:

Iba a escribiros la semana pasada, que era primer domingo de mes y además se habían alineado los planetas (tenía un primer párrafo en el que atribuía mi presencia en vuestros buzones a ese fenómeno astronómico), pero al final me entró el sueño y ni la bromita de los planetas sirvió. Espero que no me echarais mucho de menos, espero que ayer os manifestarais si pudisteis bajo la lluvia, espero que hoy estéis a gustito y en pijama y con una bebida caliente entre las manos y quizá algo de música de fondo. ¿Todo listo? Podemos empezar.

Fijaos en la foto que encabeza esta carta. Es posible que ya lo hayáis hecho, que la hayáis ampliado, que os hayáis quedado embobadas ante este grupo de señoras que claramente están pasándoselo genial haciéndose una foto con sus papeles y sus plumas o lápices. Os gustará saber que lo que estaban era fotografiándose como las conspiradoras que se decía que eran. Me encantaría saber exactamente cómo se fraguó la foto, las conversaciones previas, las pruebas de distintas poses. Las imagino muchas horas allí. En mi imaginación, le he puesto hora a la foto. No puede ser de antes de la una de la madrugada. Me diréis que cómo iban a estar a esas horas en un estudio, pero eso es porque todavía desconocéis un dato: no se presentaron sin más en un establecimiento de fotos con su gran idea, el estudio era de dos de ellas. 

Son las dos que están en los extremos, las de pelo corto, Anita Augspurg (izquierda) y Sophia Goudstikker (derecha). Su estudio, el Atelier Elvira, en Múnich. La foto es de 1896, pero la historia empieza diez años antes.

En 1886, Anita Augspurg tenía 29 años y ya había trabajado como abogada en el bufete de su padre, había pasado un par de pruebas para ser profesora en colegios e institutos, había estudiado arte dramático y había actuado con varias compañías teatrales. Sin embargo, quizá por la crisis inminente de los treinta o por ser una mujer con ganas de libertad (y poco deseo de casarse con un señor) en un mundo que no lo entendía demasiado, estaba algo perdida en la vida. Tras unos años en Berlín, había abandonado los escenarios (tras decidir que que «en lugar de imitar en representaciones teatrales los acontecimientos desvanecidos de la historia», a partir de entonces participaría en «el cambio de cosas que tenía lugar en el Estado y en la sociedad») y se había mudado una temporada a Dresden a casa de su hermana, que dirigía allí una escuela de arte. Una de las alumnas era Sophia Goudstikker. La conexión fue inmediata.
Anita Augspurg en 1899.
Sophia tenía ocho años menos, así que le había dado tiempo a hacer menos cosas. Nacida en Rotterdam y criada entre Hamburgo y Dresden, quería ser fotógrafa y tampoco entraba entre sus planes el matrimonio. No sé cuánto tardaron en hacerse pareja Anita y Sophia, pero en 1887 ya estaban juntas. Con el dinero que heredó Anita justo ese año tras la muerte de su abuela, se mudaron a Múnich.
 

Atelier Elvira: el estudio fotográfico de moda


La elección de Múnich no fue casual. A medio camino entre París y Viena, se había convertido en un imán para artistas, atraídos en parte por la relativa relajación moral que, al parecer, mostraban sus habitantes, una burguesía bastante tolerante y receptiva ante nuevas ideas. Eso fue lo que atrajo también a Anita y a Sophia. Pensaron que era un buen lugar para montar su estudio fotográfico y que la gente lo acogiese sin mucho escándalo. Porque el Atelier Elvira no era un estudio ni un establecimiento más: fue, según algunas fuentes (no todas), el primer negocio de Alemania fundado por mujeres. La extravagante razón por la que quisieron abrir un negocio era la simple y pura independencia económica: querían una fuente de ingresos para poder vivir juntas de forma independiente. Con el paso del tiempo, el estudio se convirtió también en una base desde la que organizar su actividad política.

Múnich resultó ser todo un acierto: el atelier fue un éxito. Entre el buenhacer fotográfico de Sophia, que era muy buena fotografiando a niñas y niños y consiguiendo que se quedasen inmóviles durante los largos tiempos de exposición que exigía la fotografía de la época, y lo especial de aquellas propietarias pioneras, enseguida se convirtió no solo en un negocio que iba viento en popa, sino en el lugar de moda. Décadas después, llegó a ser descrito como «un centro para la vida social gay y lesbiana y para la vida intelectual y artística de Múnich» (hay también quien critica esas declaraciones tan contundentes y algo idealizadas cuando en realidad no hay fuentes de la época que lo describan de ese modo; de hecho, al principio tuvo cierta mala fama). 
Un ejemplo de las fotos que hacían. Esta es Maria Ana de Bragança, gran duquesa de Luxemburgo, en 1901 (con todos sus hijos).
Conforme el negocio crecía —y mucho: llegaron a tener a gente de la realeza entre sus clientes, conseguir el título de Hof-Atelier (estudio de la corte) y Sophia fue la primera mujer no casada en ser fotógrafa de la corte real bávara—, sus dos fundadoras se fueron implicando más en el activismo feminista. Formaban parte de distintas asociaciones que luchaban por el acceso de las niñas a la educación y por el sufragio femenino. Anita, de hecho, montó en 1893 el primer colegio alemán para niñas, en Karlsruhe. También notó enseguida que, pese a su pasado trabajando en el bufete de su padre, necesitaba más formación, así que compaginó el negocio fotográfico con los estudios de Derecho en Zúrich (en Alemania no era tan fácil como mujer acceder a la universidad). Volvió cuatro años después con el título en Derecho y con un doctorado sobre el parlamentarismo inglés. A la pregunta de «y a ti, ¿qué te radicalizó?» que me enseña a veces mi algoritmo, Anita hubiese respondido que sus estudios. Pero volveremos a esto más adelante.

Anita y Sophia formaban una pareja que llamaba la atención y eran, además, una especie de celebrities locales. La escritora Gabriele Reuter recordaba años después haber ido a la inauguración de la Sociedad para la Vida Moderna al Atelier Elvira —con una amiga que fue a regañadientes por miedo a ir a un sitio con esa reputación— y ver a las fundadoras del negocio entre la multitud: un par de «figuras femeninas» con un bonito y expresivo peinado de niño y cuya ropa tenía un corte masculino. Las dos fumaban, montaban en bicicleta, hacían senderismo... Sophia en particular debía de impresionar bastante, porque tres escritoras contemporáneas se inspiraron en ella para crear señoras de ficción muy masculinas que flirteaban abiertamente con otras mujeres (o a lo mejor era Anita, que también me emcontré esta misma información sobre ella). 

El Atelier Elvira pasó también a la historia por el nuevo local al que se mudaron en 1897: se lo encargaron al joven diseñador autodidacta August Engell, que les hizo esta maravilla modernista con una fachada violeta y turquesa.
Una foto coloreada de la fachada del atelier.
Hubo quejas vecinales —Múnich no era todo apertura— y críticas a los diseños de Endell («una burla del arte del dibujo», parece ser que dijo un funcionario), pero acabó siendo un punto icónico de la ciudad. No lo apuntéis para ir a visitarlo, porque ya no existe: los nazis acabaron con la fachada y después la guerra dañó mucho el edificio, que acabaron por demoler.
 

El atelier como nido feminista


Pero volvamos a las señoras que encabezan la carta. Ya sabemos quiénes eran dos de ellas, pero ¿y las otras? ¿y por qué se hicieron esa foto? Tenemos, primero, a Marie Stritt (nacida en Transilvania, 1855-1928): era actriz y, sobre todo, activista por los derechos de las mujeres. A ella la radicalizó su madre, Therese Bacon, que pese a no haber ido casi a la escuela (o quizá precisamente por eso) ya estaba muy comprometida políticamente con el derecho de las niñas a recibir una educación de calidad. En la última década del siglo XIX, Marie dejó los escenarios y se volcó en el feminismo. Fue presidenta de la Asociación Alemana de Mujeres Reformistas, fundadora de una asociación de protección legal para mujeres (en Dresden) y una de las líderes de un movimiento contra el Código Civil alemán aprobado en 1896 (y que, entre otras cosas, establecía la tutela de los maridos sobre sus mujeres, además de disponer de sus bienes, y por supuesto, ni hablar de votar).
Marie Stritt
Ese, 1896, es el año de la fotografía que empezó esta carta y la protesta contra el Código Civil posiblemente la razón por la que están ahí todas juntas, escribiendo artículos desde sus asociaciones, dando conferencias que iban contra lo establecido. Anita Augspurg dijo del Código Civil que básicamente estandarizaba «la cantidad de injusticia que uno puede infligir a su esposa sin entrar en conflicto con ellos». Creía que, para una mujer, casarse era una especie de «suicidio civil»:

La tercera de la foto es Lily Von Gizycki (1865-1916), aunque quizá en ese momento fuese ya Lily Braun, ya que se casó por segunda vez justo en 1896. A ella la radicalizó su abuela materna, la baronesa Jenny Von Gustedt (hija ilegítima de Jerôme, el hermano pequeño de Napoleón, por cierto). Como el padre de Lily era militar, su educación estuvo llena de disciplina y poca tolerancia a asuntos alejados de lo que dictaba la lealtad  a la patria (Prusia) y al rey. Afortunadamente para Lily, su abuela Jenny tenía mejores consejos: principalmente, que intentase no acabar como ama de casa. Estuvo ligada al partido socialdemócrata alemán (que acabó dejando porque ella era más radical) y defendía que había que facilitar la compaginación de la maternidad con el trabajo (¿os suena?). Decía que lo que emanciparía a la mujer no sería la posibilidad de acceder a educación universitaria, los juzgados o al parlamento, sino liberarse de cocinas y fregaderos, eliminando así su doble carga de trabajo. Para esto, diseñó lo que llamó viviendas con cocina única: edificios de varias viviendas en los que había solo una cocina central (y no una por familia). ¿Quién se ocuparía de cocinar? Personal al que se contrataba gracias a lo que se ahorraba al colectivizar ese y otros asuntos de la vida doméstica.
Otra de las cosas que hizo Lily Braun fue ayudar a Minna Cauer (la cuarta de la foto) a fundar en 1895 Die Frauenbewegung (‘El movimiento de las mujeres’), la primera revista feminista alemana del ala radical del movimiento (y en la que ocupó cargos también Anita Augsburg). A Minna Cauer (1841-1922) la radicalizó dar clase y, cuando con cuarenta años enviudó por segunda vez, ponerse a estudiar historia de las mujeres. Fundó una asociación por el bienestar de las mujeres que, entre otras cosas, defendía el derecho al aborto.
En1894, estas mujeres marcaron un hito en la historia del feminismo alemán: fundaron la Federación de Asociaciones de Mujeres Alemanas, que reunía a 34 asociaciones diferentes que entendían el feminismo como algo interclasista y transpartidario (que luego hubo divergencias, claro, con alas más conservadoras y otras más radicales, pero esta década fue muy bonita).
 

Después de


Anita Augspurg y Sophia Goudstiker dejaron de ser pareja más o menos cuando se inauguró la fachada del nuevo Atelier Elvira. Con Anita estudiando en Zúrich, llevaban ya un tiempo algo alejadas y, además, en sus viajes había conocido a Lida Gustava Heymann, que se convertiría en su compañera durante el resto de su vida. Lida es otro de los nombres básicos del feminismo alemán del cambio de siglo; pero no os voy a contar más de ella porque en algún momento tengo que parar. Volviendo a Anita, le vendió a Sophia su parte del estudio y se mudó a Berlín. Junto con Lida, fundó otro periódico y siguió al frente de la lucha feminista (con mucho contacto con el movimiento sufragista internacional) toda su vida. Murió en Zúrich en 1943, poco después que Lida.

¿Y Sophia, qué fue de ella? Curiosamente, puesto que no había estudiado Derecho, acabó ejerciendo de abogada antes que Anita: fue la primera mujer alemana que pudo representar casos en tribunales de menores. Su nueva pareja, Ika Freudenberg, es otro gran nombre del feminismo alemán, pero me está quedando todo muy largo. Buscadla, buscadlas a todas, y pernmitidme ahora una pequeña reflexión.
Otra foto de Sophia (la segunda por la izquierda). Es de 1906 y la imagen se llama «Mujeres estudiantes a la hora del té».

La reflexión 🧐


Sabéis eso de que cuando buscas a alguien en Wikipedia y los nombres de sus padres están en azul es una marca de privilegio, ¿no? Haciendo esta niusléter (la de hoy y supongo que todas las que llevo) he llegado a otra conclusión sobre nombres en azul: para encontrar a mujeres del pasado, a esas señoras que no están aún en libros de historia y cuyos nombres desconocemos, debemos entrar en las páginas de Wikipedia de otras señoras.

Me explico. Mi plan inicial hace unas semanas era escribir sobre Margarethe Selenka, una zoóloga, antropóloga, feminista y pacifista alemana. Empezando la investigación en esa enciclopedia a la que debemos tanto, me encontré enseguida con dos nombres azules de otras señoras, Anita Augspurg y Lida Gustava Heymann, a las que conoció en Múnich. Hice clic en el nombre de Anita y, en su página, me encontré con la foto de las cinco feministas. Le pedí perdón a Margarethe por abandonarla así (ella no está en la foto) y me centré en este grupo de amigas y compañeras de lucha. En todas sus páginas de Wikipedia pasó lo mismo que con Margarethe: más nombres en azul de otras mujeres contemporáneas. 

Antes de descubrirlas, cuando aún no sabía sobre quién escribir, entré en la página de Wikipedia del naturalista Ernst Haeckl (mi calendario de 2025 es de ilustraciones suyas) para ver si mencionaban a alguna amiga, hermana, esposa, a alguna mujer interesante a su sombra, pero no me encontré con ningún nombre azul de mujer. Pensé entonces en las horas que he pasado estos años siguiendo caminitos de nombres azules de señoras encontrados en páginas de otras personas. Me encantaría que alguien estudiase esto en serio: ¿hay más nombres azules de mujeres en las páginas de otras mujeres que en las de hombres? Mi impresión es que sí, que muchísimas más, incluso cuando las protagonistas no son sufragistas. Una vez que se empieza, el hipertexto de las señoras parece infinito. Podría decir cosas sobre vínculos y lazos y redes de apoyo, pero son las 2 de la mañana y es posible que os esté escribiendo desde mis sueños. Y a lo mejor en vuestro caso ya se os ha hecho la hora de comer (o del segundo café). Si no tenéis planes hoy, os propongo que hagáis clic en esos nombres azules. Los bucles de Wikipedia son una buena forma de pasar un domingo lluvioso.
  • Saqué mucha información de las páginas en la Wikipedia alemana de estas señoras.
  • Esta página sobre Anita Augspurg en el FrauenMediaTurm - Feministisches Archiv und Bibliothek también me resultó práctica.
  • Saqué bastante sobre Sophia Goudstikker y el Atelier Elvira del capítulo dedicado a ella en el libro Desiring Emancipation: New Women and Homosexuality in Germany, 1890–1933, de Marti M. Lybeck.
  • Otro recurso fantástico es la web Digitales Deutsches Frauenarchiv. Usé la página de Anita Augspurg, elaborada por Susanne Kinnebrock, y la de Sophia Goudstikker, por Tamara Block. (Entrad aunque no entendáis alemán, que lo de traduce esta página funciona bastante bien. ¿Tenemos algo tan completo y visual sobre feministas españolas? ¡Contadme!).
  • Para entender bien lo de las viviendas de cocina única usé el artículo Housewifization. Desigualdades de género y el auge del espacio doméstico contemporáneo, de Marcos Parga Prado.
Otra foto de la misma sesión para cerrar bien el círculo.

El botiquín 💊


El disco de Amaia. Severance (no vi el último, no me hagáis espóiler). Saber que Bright Eyes vienen a Santiago en verano, conducir con sus canciones intentando no cerrar los ojos. El libro How Romantics and Victorians Organized Information, de Jillian M. Hess. La miniserie Ciudad tóxica (en Netflix). Ya da el sol en el sofá.
Y el típico final de niusléter. Si te ha gustado, reenvía, comparte usando este enlace. Si has llegado aquí sin estar suscrita (y te ha gustado), suscríbete. También puedes contarme contestando a este correo o en Bluesky o Instagram cuál es tu hipertexto de amigas, que nombres crees que deberían aparecer en azul siempre cerca del tuyo. Si no quieres más, desuscríbete. Y gracias por estar aquí y no ser fantasmas.
Comparte Comparte
Tuitea Tuitea
Reenvía Reenvía
Copyright © 2024 💌 OZ (otra newsletter), All rights reserved.
*|IFNOT:ARCHIVE_PAGE|*

Una mezcla entre lo que siempre me imagino como mi columna personal y, cuando tengo tiempo para documentarme, historias de señoras antiguas.



Our mailing address is:
*|HTML:LIST_ADDRESS_HTML|* *|END:IF|*

Want to change how you receive these emails?
You can update your preferences or unsubscribe from this list.

*|IF:REWARDS|* *|HTML:REWARDS|* *|END:IF|*
No te pierdas lo que sigue. Suscríbete a 💌 OZ (otra newsletter):

Añadir un comentario:

Compartir este correo electrónico:
Compartir en Facebook Compartir por correo electrónico Compartir en Bluesky
Ana Bulnes
Instagram
Bluesky
Este correo electrónico te lo ha traído Buttondown, la forma más fácil de iniciar y hacer crecer tu boletín.