|
Queridas 155 personas que estáis suscritas:
A mediados del siglo XIX, los británicos —no solo ellos— se volvieron locos con la idea de los parques municipales. El que prendió la mecha fue el Prince’s Park de Liverpool, que abrió en 1843 y causó furor. De pronto, la idea revolucionaria de llenar las ciudades de espacios verdes a los que la gente pudiese ir a respirar un aire distinto al del carbón que teñía los edificios o al del interior de sus insalubres pisos cambió el paisaje urbano para siempre. Si buscáis Londres en Google Maps y ponéis la vista de satélite, veréis que es bastante verde. Nuestra protagonista de hoy, que no había nacido cuando Liverpool se lanzó a pasear por su nuevo flamante jardín público, es una de las responsables de ese verdor londinense.
Fanny Wilkinson nació en 1855 en Manchester, en una casa de clase media alta. Su padre era médico y su madre una estadounidense rica de familia inglesa. Cuando el señor Wilkinson murió en 1876, Fanny, sus hermanas y su madre se mudaron a una de las casas que tenía la familia de ella en York, Middlethorpe Hall. Allí, en los terrenos de aquella casona de campo, Fanny empezó a dedicarse de forma práctica la jardinería.
|
|
|
|
Middlethorpe Hall, la modesta casa a la que se mudaron las Wilkinson. Ahora es un hotel spa. Foto: dom fellowes
|
|
De niña, diría unos años después en una entrevista, siempre le había interesado aquel mundillo, así que en pleno duelo y en un entorno muy favorable para ponerse a jardinear, se volcó en la tierra y en las plantas. «Tenía que hacer algo», dijo. Pero Fanny no se contentó con dedicarse a las fincas de su familia. En 1883 aterrizó en Londres con un objetivo mucho más ambicioso: estudiar paisajismo y dedicarse a ello de forma profesional.
Que las mujeres se dedicaran a la jardinería hacía tiempo que estaba bien visto. Al fin y al cabo, las plantitas y las flores son una ocupación claramente femenina, pensaban muchos señores en aquel momento. Ocuparse del jardín les daba una excusa para estirar las piernas, hacer algo delicado y bonito y no volverse locas encerradas en casa. Eso sí, la idea era que se ocuparan de sus jardincitos, no de los de otra gente. Si lo podían hacer sin mancharse y sin sudar, mucho mejor. Para esto, bastaba con leer algún pequeño manual. Las guías de Gardening for Ladies, publicadas en la década de los cuarenta del siglo XIX por Jane Loudon (esposa de un famoso paisajista), eran best-sellers.
|
|
Por todo esto, en la Crystal Palace School of Landscape Gardening and Practical Horticulture, dirigida a hombres que querían aprender ese oficio, se quedaron muy sorprendidos cuando apareció por allí una señora de buena clase y casi treinta años dispuesta a hacer el curso de 18 meses que le daría el título de jardinera de paisajes. La aceptaron. En 1885, Fanny Wilkinson se convirtió en la primera paisajista profesional (¡y titulada!).
Transformando la ciudad
|
|
|
|
Fanny Wilkinson en una entrevista que le hicieron en 1890.
|
|
En sus años en Londres, Fanny era vecina y amiga de las Garrett, mujeres modernas y afines con las que compartía la etiqueta de «primera mujer que…». Elizabeth Garrett Anderson, la primera mujer del Reino Unido en licenciarse en Medicina (abiertamente, hubo otro caso anterior pero lo consiguió haciéndose pasar por hombre); su hermana Agnes, que se dedicó de forma profesional al diseño de interiores junto a su prima Rhoda (primeras en hacerlo), y la hermana pequeña, Millicent Garrett Fawcett, escritora, política y notable sufragista. Aunque esto último, sufragistas, lo fueron todas. Fanny también, aunque no se sabe nada de esta faceta suya (perdón por haberlo usado de cebo en el asunto de este correo).
Fanny era también amiga de las hermanas Miranda y Octavia Hill, reformadoras y trabajadoras sociales. Ya en 1883, cuando aún estaba empezando su curso de paisajismo en la Escuela del Palacio de Cristal, empezó a trabajar en la Kyrle Society, una organización que habían montado las Hill para «llevar placer y belleza a los pobres». Aunque habían empezado con cosas como la decoración de hospitales y escuelas, cuando Fanny se unió ya estaban con proyectos más ambiciosos, como salvar espacios en desuso en las zonas pobres de Londres y evitar que se edificase en ellos. En su lugar, plantaban árboles y ponían banquitos y los convertían en pequeños (o grandes) parques públicos.
También contribuyeron a convertir los cementerios en los que ya no cabían más cadáveres en bellos parques por los que pasear. Fanny se dedicó a asesorar sobre toda esa transformación de espacios públicos en zonas verdes. Desde 1884 trabajaba también en la Metropolitan Public Gardens Association, que se dedicaba específicamente a esa creación de parques en zonas no aprovechadas de la ciudad. Empezó como voluntaria, pero dos años después empezó a cobrar. Al fin y al cabo, ya era una profesional.
Porque Fanny Wilkinson era consciente de su valía. Tenía un título que había conseguido con mucho esfuerzo —como única alumna, había tenido que demostrar que las mujeres también podían ser paisajistas— y sabía que era buena. En esa entrevista que le hicieron en 1890, explicaba: «Desde luego no dejo que me paguen poco, como hacen muchas mujeres. Hay gente que me escribe porque soy una mujer y piensan que voy a pedir menos que un hombre. No haré eso nunca. Conozco mi profesión y cobro como corresponde, como todas las mujeres deberían hacer».
|
|
|
|
Como Concha Piquer, Fanny tenía mucha vocación, pero si no ganaba dinero no se divertía.
|
|
Con la Metropolitan Public Gardens Association se encargó de la creación de 75 jardines públicos por todo Londres (más los que hizo con la Kyrle Society). Muchos de ellos todavía llenan de verde las imágenes de satélite de la ciudad.
Más arquitectas de paisajes
En 1902, Fanny Willkison ya había expuesto en las exposiciones universales de Glasgow y de Chicago y había viajado varias veces a Estados Unidos para conocer a los paisajistas más relevantes (entre ellos Frederick Law Olmsted, diseñador del Central Park de Nueva York).
Necesitaba un nuevo reto y lo encontró en la enseñanza: se convirtió en la primera directora del Swanley Horticultural College, una escuela de horticultura —entendida a lo inglés: según he aprendido leyendo la definición de Wikipedia, para ellos horticulture no es sobre hortalizas, sino sobre plantas y jardines como ornamento—. El centro había abierto en 1889 solo para hombres, pero en 1891 ya habían admitido a sus primeras cinco alumnas; a finales de esa década, ya estudiaban en ella más mujeres que hombres. Cuando Fanny tomó las riendas, ya era una escuela totalmente femenina. Está claro que más señoras querían salir de sus jardines, pensar en los de otras personas, trabajar quizá con terrenos públicos y cobrar por ello.
Allí se graduaron Annie Gulvin (1876-1972) y Alice Hutchins (c. 1870-1944), que se convirtieron en las dos primeras jardineras de los Kew Gardens. Les pagaban lo mismo que a los hombres y tenían que llevar el mismo uniforme que ellos para no distraerlos, aunque esto fue tan escandaloso que al final les dieron un uniforme con falda.
|
|
|
|
Eleanor Morland, Gertude Cope y Alice Hutchins, colegas de Annie Gulvin en los Kew Gardens, con sus escandalosos uniformes.
|
|
|
También estudió allí Lorrie Dunington-Grubb (1877-1945), que después practicó por toda Gran Bretaña y, a partir de 1911, en Canadá con su marido, también paisajista. Abrieron juntos la empresa de material de jardinería Sheridan Nurseries, que todavía existe.
|
|
|
|
Lorrie y su marido a finales de los años treinta.
|
|
Antes de Fanny Wilkinson, Gertrude Jekyll (1843-1932) ya se dedicaba a diseñar jardines, aunque privados. Hizo unos 400 por todo el Reino Unido; la mayoría se han perdido, pero algunos han sido recuperados. (Su hermano, por cierto, es el doctor Jekyll en el que se inspiró Robert Louise Stevenson).
En Estados Unidos había también mucha paisajista. Una de ellas fue Beatrix Farrand (1872-1959), sobrina de Edith Wharton y amiguísima de Henry James, que dedicó su vida profesional a la arquitectura de jardines: unos 110 en total, entre jardines privados, parques públicos, jardines botánicos, campus universitarios (escogía plantas que florecían durante el curso) y parte de los jardines de la Casa Blanca (ahora hay un diseño distinto). Su tía Edith también se aprovechó de su talento para su casa The Mount, en Lenox, Massachusetts.
|
|
|
|
Beatrix Farrand
|
|
|
Mary Rutherfurd Jay (1872-1953), por su parte, diseñó más de cincuenta jardines privados y era una gran defensora de la educación botánica y de que las mujeres tuvieran carreras profesionales. Además de construir jardines, enseñaba a sus clientes a ocuparse de ellos y escribía con regularidad en revistas de hogar y jardín.
|
|
|
🌿🌸🌿
Fanny Wilkinson dirigió el Swanley Horticultural College hasta 1922, cuando se jubiló, aunque continuó muy activa y vinculada al mundo de los jardines. Pasó sus últimos años de vuelta en el campo, ahora en Suffolk, donde una de las cosas que hizo fue criar cabras. Murió en 1951, con 95 años.
Desde junio de este año, hay una placa azul en la primera casa en la que vivió en Londres, en 239 Shaftesbury Ave. La casa está en una esquina extraña en una zona abierta con forma de triángulo. A Fanny le llamó la atención ese espacio con poco sentido y se imaginó en él un parque, como hacía cada vez que veía un rincón sin casas ni calle. Plantó unos árboles y puso unos banquitos (estos últimos los retiraron porque atraían a las prostitutas). Sus árboles han sido sustituidos por otros, pero si ese triángulo en pleno Bloomsbury se salvó de ser edificado, fue porque a Fanny le gustaba ver verde al asomarse por la ventana.
|
|
🌿 Conocemos a Fanny Wilkinson gracias a Elizabeth Crawford, que investigando sobre las Garrett se la encontró y ya no pudo deshacerse de ella. Crawford, por cierto, es la autora del blog Woman and her Sphere, que ya ha salido por esta carta cuando os hablé de los salones de té como caldos de cultivo de sufragistas.
🌿 La Metropolitan Public Gardens Association me dio algunos detalles extra (y les copié el título para el asunto de este correo).
🌿 También me proporcionó mucha información de contexto En casa. Una breve historia de la vida privada, de Bill Bryson (RBA, traducido por Isabel Murillo Fort), libro que recomiendo mucho.
El botiquín 💊
Las vitaminas culturales que me han mantenido cuerda y feliz estas semanas:
📚 Me gustó mucho Corazón que ríe, corazón que llora, de Maryse Condé (Impedimenta, traducido por Martha Asunción Alonso). También leí y disfruté mucho Vacaciones en el Cáucaso, de María Iordanidu (Acantilado, traducido por Selma Ancira).
📺 Vi The Newsreader (en Filmin), una serie australiana ambientada en 1986. A mí las series (y películas) sobre periodistas siempre me atraen un montó; esta, además, me gustó. Y dediqué tres horas y cuarto de mi vida a volver a ver Titanic; era una especie de experimento y os diré que ha envejecido muy bien. Es más, si en su momento os gustó y ahora, sin haberla visto de nuevo, estáis convencidas de que es la peor película de la historia, preguntaos por qué (ya os lo digo yo: culpa de que todas las niñas adolescentes nos volviéramos locas —ya sabéis, lo contrario al prestigio— y culpa, también, de Céline Dion). Que no es tampoco la mejor película del mundo, pero hay un odio un poco desproporcionado.
🎶 Escribí esta niusléter escuchando I Need to Start a Garden, de Hayley Heynderickx, que me pareció lo más adecuado. Así, cada vez que sonaba Oom Sa La La podía gritar con ella eso de que necesito empezar un jardín. Luego seguía escribiendo sobre paisajistas. También he escuchado mucho el disco de Plains, que son Katie Crutchfield (Waxahatchee) y Jess Williamson siendo muy texanas.
📱Sigo en Instagram a Charleston, la cuenta de la casa en la que vivían Vanessa Bell y Duncan Grant. Hace unas semanas, compartieron una entrevista que le hacía el jardinero del Garden Museum de Londres a su propio jardinero. Quedé fascinada y hubo un efecto colateral: los empecé a seguir a ellos, y luego, poco a poco, a más amigos de su mundo de la jardinería inglesa, y ahora mi feed de Instagram es un remanso de paz. Por si queréis hacerlo también, son:
- Matt Collins, del Garden Museum, que también colabora escribiendo sobre jardines en varios medios.
- Harry Hoblyn, jardinero en Charleston
- Claire Bowen, florista y escritora
- Kathy Crisp, que también trabaja en Charleston, pero no en el jardín sino en la conservación y limpieza de la casa.
- Lulah Ellender, escritora especializada en jardinería
- Isobel Spence, jardinera en el Sissinghurst Castle Garden (aquí vivía Vita Sackville-West)
- George Ellis, jardinero en los West Dean Gardens
- Richard Gravett, jardinero en Bateman’s
- Non Morris, jardinera, paisajista y escritora
- Katharine Coulson, jardinera entre el Reino Unido y Francia
- Éva Németh, fotógrafa de jardines
Tenemos que montar un jardín. Y llenar nuestras ciudades de zonas verdes.
|
|
|
Y el típico final de niusléter: si te ha gustado, reenvíala. O usa este enlace para compartirla o los iconos de debajo. Si te la han reenviado y te ha gustado, suscríbete. Si quieres contarme cómo de verde es tu ciudad, si alguna vez te has parado a pensar en quién diseña los parques o simplemente hablarme de tu jardín y tus plantas (reales o imaginarios), contesta a este email o dime algo en Twitter o Instagram (no soy una jardinera inglesa, pero a veces comparto vegetación también). Si no quieres más, desuscríbete. Oh, y gracias por estar por aquí y no ser fantasmas.
|
|
|
|
Añadir un comentario: