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Hay tanta gente nueva por aquí que tengo un poco de pánico escénico, exactamente lo que le pasaba a nuestra protagonista de hoy, Madame Ganna Walska, cada vez que se subía a un escenario en su carrera como soprano. La otra versión es que simplemente cantaba mal.
En enero de 1925, el New York Times decía de ella que había hecho otro de sus «desgarradores» intentos de mostrar al mundo que era una gran cantante. «La pobre Butterfly muere en el último acto de la ópera, como es bien conocido, con un hara-kiri, pero cómo falleció Ganna Walska no es tan bien conocido, porque una gran parte del público la había abandonado sin piedad en el segundo acto». Pero eso es casi lo mejor que le pudo pasar, porque en la crítica también se describe la reacción del público antes de marcharse: silencio al final del primer acto, abucheos y directamente risas en el segundo.
¿Quién era esta pobre señora que consiguió protagonizar Madama Butterfly en la Ópera de Niza y que el New York Times cubriera su fracaso? Nacida en Brest (Polonia, en aquel momento parte del Imperio Ruso) en 1887, Hanna Puacz era de origen más o menos humilde. Digo más o menos porque es lo que he leído, pero también leí que de adolescente, en un baile real, el zar Nicolás II la nombró la mujer más guapa del baile e hizo que pintaran un retrato de ella. ¿Iban muchas muchachitas de origen humilde a bailes con el zar?
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En 1907 empezó una de las carreras por las que todavía es más conocida: la de matrimonios. Se casó con un conde, Arcadie d’Eingorn, en San Petersburgo. El matrimonio duró hasta 1915, cuando según unas versiones (ella en sus memorias) se anuló por todo lo que bebía él o, simplemente, según la Wikipedia, él murió. En ese momento, libre por disolución o viudedad y en plena Primera Guerra Mundial, emigró a Estados Unidos.
Su carrera como cantante había empezado antes, en Rusia. Desde que tuvo claro que su destino eran los escenarios, se cambió el nombre por Madame (típico de artistas operísticas en la época) Ganna (una versión rusa de Hanna) Walska (en referencia a su música favorita, el vals). En Nueva York unos problemas de garganta la llevaron a la consulta del doctor Joseph Fraenkl, con quien se casó diez días después.
Cuando él murió en 1920, ella, triste y agotada, decidió irse a recuperar la alegría a París. En el barco conoció a Alexander Cochran, que en aquel momento era «el soltero más rico del mundo». Él le pidió matrimonio el día que se conocieron, pero ella no aceptó hasta varios meses después. Se divorciaron en 1922. Él estaba celoso de la amistad de Walska con Harold McCormick, el hombre más rico del mundo en aquella época; Walska y McCormick se casaron ese mismo año.
Mientras, la carrera de Ganna Walska como cantante de ópera no acababa de despegar. Su nuevo marido le pagó clases de canto y hasta le compró el Theâtre des Champs Elysées de París, pero, pese a algunas buenas críticas, por lo general lo que el New York Times cubría habla de debacle. Y da pistas sobre por qué los teatros del mundo le abrían sus puertas: en la reseña de un concierto en Viena en 1925 (justo antes del horror de Niza), se asegura que el público vienés estaba más emocionado con su actuación y elegancia que con su voz, y que esperaban que pudiera ayudar a financiar la Volksoper, que estaba en un estado lamentable.
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McCormick y Walska.
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El matrimonio con McCormick duró hasta 1931, cuando ella se negó a volver de París, donde había abierto una tienda de perfumes. Ya en 1928 había llamado a uno de sus perfumes Divorçons (‘divorciémonos'). McCormick pilló la indirecta y puso “abandono del hogar” en la razón por la que quería el divorcio.
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A Walska le quedaban aún dos maridos más. El quinto fue un inventor, Harry Grindell-Matthews, que se deprimió tanto cuando ella lo rechazó que las autoridades la convencieron para que se casara con él. Temían que él se suicidase antes de llevarles su último invento, un dispositivo para detectar submarinos que ayudaría a ganar la Segunda Guerra Mundial.
El sexto y último marido de Ganna Walska llegó en 1942. Ella hacía tiempo que estaba un poco harta de todo. Tras años siendo una gran diva, comidilla de los medios de comunicación y centro de la vida social y cotilleos de Nueva York y París, soñaba con una vida tranquila en una granja con un huerto y nada más. Entonces apareció Theos Bernard, un gurú de yoga veinte años más joven que ella. Ella, que hacía ya mucho que estaba muy interesada en el yoga y en los mundos espirituales, cayó rendida. Él solo quería su dinero.
La convenció para que comprara Cuesta Linda, una finca de 15 hectáreas en Santa Bárbara, California, en 1941. La idea era convertir el lugar en un retiro para monjes tibetanos en el que Bernard también pudiese realizar su «trabajo sagrado». Llamaron al sitio Tibetland. Los monjes nunca aparecieron y Walska se divorció de Bernard en 1946.
Lotusland
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Con casi 60 años, una carrera como cantante de ópera fallida y seis matrimonios a sus espaldas, Ganna Walska era una señora muy rica que tenía en propiedad algo mucho más grande que la granja con la que soñaba. Y fue allí donde encontró su otra gran pasión: las plantas. Sin interés ya en volver a casarse ni en llenar titulares con sus fracasos artísticos y sus divorcios, se volcó en convertir aquel terreno en el que nunca hubo monjes tibetanos en un gran jardín botánico. Lo llamó Lotusland.
Para el gran proyecto, que partía de una base ya algo desarrollada (los anteriores propietarios de la finca ya habían plantado varias especies exóticas), se rodeó de paisajistas y expertos, aunque al final era ella la que tomaba las decisiones y diseñaba jardín tras jardín, muchas veces en contra de los consejos de sus asesores, más pegados a reglas y tradiciones.
El resultado es un lugar que dicen que plasma la personalidad de esta autodefinida «enemiga de lo mediocre»: teatral, extravagante y fascinantemente original. Destinó a Lotusland su fortuna y mucho más. En 1971, por ejemplo, subastó una importante parte de su colección de joyas e invirtió los beneficios en la compra e instalación de tres raras cícadas.
Destinó a Lotusland los últimos 40 años de su vida. Porque sí, vivió mucho, feliz entre sus plantas. Murió en 1984, a los 96 años. Lotusland, ahora llamado Ganna Walska Lotusland, aún existe y es uno de los mejores jardines botánicos del mundo.
¿Y la ópera? ¿Llegó Ganna Walska a olvidar su pasión por cantar? Según se dice (y yo quiero creerlo), muchas veces, cuando tenía que llamar a alguno de sus empleados jardineros, lo hacía dirigiéndose a ellos con su mejor gorgorito de soprano. Seguro que allí, en su enorme paraíso, el pánico escénico no la atrapaba.
- De esta segunda parte de la vida de Ganna Walska se sabe mucho menos porque sus memorias son de 1943. Además, lejos de los focos, los periódicos ya no hablaban de ella.
- Walska inspiró a Orson Welles para el personaje de Susan Alexander en Ciudadano Kane (1941). Alexander, interpretada por Dorothy Comingore, era la segunda mujer de Kane. El protagonista pagaba sus clases de canto y financiaba una desastrosa carrera en el mundo de la ópera. Ella, eso sí, es consciente de su falta de talento y le pide varias veces a Kane dejar de cantar. (Lo tengo reciente porque el fin de semana pasado volví a verla para documentarme).
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El botiquín 💊
Las vitaminas culturales que me han mantenido cuerda y feliz estas semanas:
📺 Dickinson. En un capítulo de la segunda temporada, Emily Dickinson conoce a Frederick Law Olmsted, el arquitecto paisajista que diseñó Central Park. Mientras él le hablaba con pasión de cómo diseñar un parque es algo artístico, me pregunté qué mujeres paisajistas habría dado la historia. Las había más ortodoxas, pero espero que comprendáis que Ganna Walska me enamorara.
Dickinson es una comedia irreverente y muy divertida sobre Emily Dickinson. Llena de anacronismos intencionales (perrean) y cosas que no son ciertas (¿conocería Emily a Frederick Law? posiblemente no), a mí me maravilla y me divierte muchísimo. Mi experta en Emily Dickinson personal, lectora de esta newsletter, me dijo que no pasó del primer episodio porque le pareció muy adolescente.

Pero en general las críticas de expertas en Dickinson coinciden en que la serie captura bien la esencia de la poeta, que no era esa mujer triste y reclusiva que nos han hecho creer que era. Mi sensación: la serie está hecha por alguien que conoce muy bien y admira a Emily Dickinson. Y esto es como pintar un cuadro abstracto: tienes que conocer las reglas para romperlas. Está en Apple TV.
🎧Arlo Parks tiene 20 años, lo que significa que no conoció el siglo XX (estas cosas siempre me hacen entrar en shock). Acaba de sacar su primer disco, Collapsed in Sunbeams, que a mí me parrece una pequeña maravilla. Además, he tenido una semana muy de escuchar el disco Fine Line de Harry Styles, que también es muy joven pero al menos sí pisó el siglo pasado.
📖El primer libro que leí en este nuestro 2021 fue Hotel Silencio, de la autora islandesa Auður Ava Ólafsdóttir. Me generó muchísima sensación de bienestar, algo que creo que necesitamos todos ahora, así que cómo no recomendarlo.
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