💌 OZ (otra newsletter)

Archivo
Suscribirse
octubre 4, 2020

Otra newsletter 💌 La segunda

¿No lo ves bien? Léelo en tu navegador.

Queridas 53 personas que estáis suscritas:

Hay una escena de God Help The Girl en la que una doctora le dibuja una pirámide a Eve, la protagonista, ingresada en un hospital por su anorexia. En la base, le explica, están la comida, el agua y el sueño. Solo cuando tiene esas cosas puede avanzar al siguiente nivel, en el que están el hogar, la familia, los amigos, dinero con el que manejarse, las relaciones o el sexo. Con ese segundo nivel sólido ya puede ir a lo más alto, donde están el arte, la moralidad o la música. Lo que no se puede hacer, dice la doctora, es intentar ir directamente a la cima de la pirámide, porque, si algo falla, no tiene los niveles inferiores, unos buenos cimientos, para recogerla.

Lo llama la «pirámide de la vida», un concepto que en realidad —con distintos nombres pero la misma idea básica de fondo, la necesidad de avanzar desde las necesidades esenciales y no ir por la vida saltándoselas— creo que se usa bastante en el mundo de la salud mental, pero mis referencias son las que son. 

La película no me gustó demasiado (mi opinión aquí; aunque admito que la volví a ver hace no mucho y fui menos cruel, pero igual es porque es 2020 y estamos todos blanditos), pero desde que la vi, cada vez que noto que la vida se me hace grande, pienso en esa escena. Quizá también porque tengo la bolsa de tela de la banda sonora, que salió antes de que existiese la película, y en ella aparece la famosa pirámide, con la ilustración de Graham Samuels que encabeza esta carta. El caso es que, como decía, cuando la vida se me hace grande, la examino y elimino ruido, intentando acercarme a esa base esencial para luego poder reconstruirme desde ahí. 

Este año en el que todo es tan raro a mi cerebro le ha dado por establecer paralelismos entre lo pequeño (yo) y lo enorme (el mundo). Este verano fatal me decía que estaba un poco siguiendo los pasos del planeta —aunque yo me estoy recuperando más rápido— y hace poco empecé a pensar en cómo aplicaría la Tierra la pirámide a su propia vida. ¿Es eso lo que estás haciendo, planeta querido? ¿Te sobran los humanos? Cómo culparte. 

Hace unas semanas vi Little Fires Everywhere y me encontré con otra metáfora de reconstrucción, pero mucho más salvaje. Una de las protagonistas le cuenta a otra que un día iba en coche y se encontró con un gran incendio, y que al día siguiente todo estaba arrasado. Sin embargo, le decía, no tiene por qué ser algo malo. A veces hace falta destruirlo todo para volver mejor y más fuerte.

Las cosas como son: yo prefiero el camino controlado de la pirámide que el de la destrucción total. Y no solo porque no estamos como para recomendar incendios, por muy metafóricos que sean, sino también porque la destrucción puede acabar con uno mismo como daño colateral y porque, aunque se sobreviva, no todo el mundo sale más fuerte.

Dicho esto, creo que ahora mismo estoy combinando los dos métodos: mi verano fue el incendio y ahora estoy poniendo poco a poco los ladrillos de la pirámide. Espero que el mundo también pueda reconstruirse con calma (y con humanos, porfa, déjanos a los buenos) cuando salga de su crisis actual.
 

Las recomendaciones


📺 Podéis ver God Help the Girl, pero luego no vengáis a quejaros. Little Fires Everywhere me gustó mucho. El libro no lo he leído, pero sí leí otro de la autora, Celeste Ng, Todo lo que no te conté, que no me emocionó y que luego destrozamos en el club de lectura. Ayer acabé Sucesión, por cierto, y, si eres de las pocas personas que no la han visto aún, no sé a qué esperas. Y hoy, tras leer este articulazo de Juan Sanguino sobre la carrera de Jude Law, empecé la segunda temporada de The Young Pope. Es decir, The New Pope. Creo que esta noche voy a volver a ver My Blueberry Nights porque tengo mono de Jude Law.



🎧 El último disco de Waxahatchee, Saint Cloud, me gusta cada vez más. Y espero con ansias el nuevo de Keaton Henson. Los dos singles son puro Keaton, tristes y otoñales.
 

📖 Estoy leyendo Frankenstein en Bagdad, de Ahmed Saadawi, pero llevo muy poquito y aún no puedo recomendar nada. Sí puedo, en cambio, recomendar Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro.
 
Y el típico final de newsletter: si te ha gustado, compártela. Si te la han reenviado y te ha gustado, suscríbete. Si quieres contarme cosas, contesta a este mail. Si no quieres más, desuscríbete. Oh, y gracias por estar por aquí y no ser fantasmas.
Twitter
Facebook
Website
Copyright © 2024 💌 OZ (otra newsletter), All rights reserved.
*|IFNOT:ARCHIVE_PAGE|*

Una mezcla entre lo que siempre me imagino como mi columna personal y, cuando tengo tiempo para documentarme, historias de señoras antiguas.



Our mailing address is:
*|HTML:LIST_ADDRESS_HTML|* *|END:IF|*

Want to change how you receive these emails?
You can update your preferences or unsubscribe from this list.

*|IF:REWARDS|* *|HTML:REWARDS|* *|END:IF|*
No te pierdas lo que sigue. Suscríbete a 💌 OZ (otra newsletter):

Añadir un comentario:

Compartir este correo electrónico:
Compartir en Facebook Compartir por correo electrónico Compartir en Bluesky
Ana Bulnes
Instagram
Bluesky
Este correo electrónico te lo ha traído Buttondown, la forma más fácil de iniciar y hacer crecer tu boletín.