Vuelta al cole, última edición
Tengo la sensación de que casi todas las empresas que se dedican a vender un producto, sea físico o no, acaban por practicar la obsolescencia programada como forma de impulsar las ventas.
Es el caso de los libros de texto. Cada verano, muchos padres empiezan a reservar los libros para sus hijos, y muchos comprueban que la última edición se parece sospechosamente a la anterior, con una excepción: el orden de las preguntas.
Por un lado, los profesores dan clase con la última edición; es de las pocas maneras en las que se pueden poner de acuerdo en qué edición elegir. Con lo que muchos padres se ven obligados a comprar libros de texto de primera mano en un mundo donde la segunda mano sería mucho más barata e igual de valiosa. Se ven forzados a comprar más caro sin obtener nada a cambio de ese extra.
La obsolescencia programada es eso: es forzar a comprar la última edición al único que puede venderla. Es erradicar un mercado de reventa que podría funcionar perfectamente en otras circunstancias.
No es justo. Hay que hacer algo al respecto.