Un golpe de suerte (Lucky Strike)
David Graeber tiene una teoría de la invención del dinero que dice más de él que del propio dinero.
El martes estuve hablando del mito del trueque: la idea de que el dinero se inventó para facilitar la extendida práctica del trueque es falsa. Es algo que Graeber explica en En Deuda, y desde mi punto de vista tiene sentido: la forma más simple de comercio no es el trueque, sino compartirlo todo.
¿De dónde sale el dinero, entonces? Para Graeber, el dinero se inventa para facilitar la deuda. Primero, las aldeas crecen y se convierten en ciudades, con lo que ya no confiamos en todos los miembros de nuestra comunidad (¿sabes lo que es el número de Dunbar?). Segundo, la desconfianza nos obliga a utilizar un método para hacer explícita la promesa de que hay un intercambio, y que este no es fraudulento.
Graeber propone que ese segundo punto es, al mismo tiempo, el dinero y la deuda. Alguien, en algún sitio, apunta que se debe a quien. El dinero es una manera de facilitar el conteo.
No va desencaminado Graeber al proponer algo así: en las pesetas antiguas puede leerse en el propio billete “El Banco de España pagará al portador”, reflejo de este proceso de equivalencia entre deuda y dinero). ¿Pero es el único?
Si lo ves desde otra perspectiva, el dinero es una plataforma, como Facebook. El dinero, al igual que Facebook, es útil porque mucha gente lo usa, pero la gente lo usa porque es útil. Hay un círculo virtuoso en proceso que refuerza la utilidad de la plataforma, pero es al mismo tiempo un bloqueante: ¿cómo empieza a funcionar la plataforma del dinero cuando nadie está dentro de la plataforma?
A diferencia del dinero, no tenemos que remontarnos miles de años para entender cómo empezó Facebook: con una simple aplicación muy útil en sí misma, que sirvió para hacer mover la rueda de la que es ahora la plataforma Facebook, con su Farmville y su Muro. Dicho de otro modo, para hacer que funcione una plataforma, es necesario que dentro de ella haya una aplicación tan buena, una killer app, que merezca la pena entrar en la plataforma a usarla.
Por eso me parece tan emocionante el ensayo de R. A. Radford sobre la economía de los campamentos de prisioneros de guerra: porque el medio de pago es el cigarrillo, el que da pie a todo un mercado y el que mueve el capital de un lado a otro.
El cigarrillo acaba siendo el punto central de la plataforma de dinero en esos campamentos, porque es una killer app. La gente usa los cigarrillos como dinero porque son homogéneos, razonablemente duraderos, y de un tamaño cómodo para transportar y negociar grandes transacciones.
Pero son también una killer app: la gente quiere cigarrillos porque fuma. Y si no eres un fumador, y tienes un cigarrillo, ¿me lo cambiarías por un trozo de pan?