Tú, Sociedad Anónima
Al poco de mudarme a Londres, descubrí que algunos de mis compañeros dentro del cliente no trabajaban para otra consultora, o para el cliente, como la mayoría. Algunos tenían su propia empresa, y eran su único empleado. Ofrecían sus servicios, no como ellos mismos, sino delegados de su propia empresa. Sus contratos eran FSO, que implica que la empresa es la contratada, y el empleado es el que presta el servicio y realiza la factura.
Es un concepto genial. Si bien es cierto que tiene ventajas fiscales y financieras, lo que más me gusta de esta estructura es la metáfora. Adoro la idea de ser "Yo, S.A.". Soy quien me contrata, y quien me despide.
No tener, sino ser, tu propia empresa refuerza la idea de el ejecutor y el manager son personas distintas. Por un lado, tu yo-ejecutor puede estar distraído en el trabajo, y es tarea del yo-manager mantenerle a raya y concentrado en el largo plazo. Por otro, tu yo-ejecutor puede tener el ego por las nubes, y es tarea del yo-manager mantenerle con los pies en la Tierra.
Si pensamos que somos empleados de nosotros mismos, es mucho más fácil mantener una sana separación entre el yo que ejecuta y el yo que dirige. Somos más objetivos; nos tomamos las cosas de manera menos personal, y tenemos más sangre fría.
Puedes incluso tener, como hago yo, una reunión por las mañanas contigo mismo.
¿Qué hiciste ayer?
¿Qué vas a hacer hoy?