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Álvaro Durán

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July 21, 2020

Sufrir

Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.

Génesis, 3:9-10.

Los seres humanos hemos sufrido desde el principio de los tiempos. Tras nuestro primer aliento, instintivamente evitamos el dolor. El dolor es malo; que no haya dolor es bueno. Nos ha ido la mar de bien con este sistema durante millones de años, como una brújula que nos ha guiado en la dirección adecuada.

Pero, a pesar todo, no hemos conseguido reducir el sufrimiento. Hemos aliviado o eliminado gran parte del dolor que nuestros antepasados experimentaban: tenemos la medicina moderna, dietas equilibradas, y máquinas que hacen por nosotros los trabajos más peligrosos.

Vivimos más, ¿no deberíamos entonces sufrir menos?

Y al hombre dijo: […] maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.

Génesis, 3:18-19.

Pues no. Aún sufrimos, seamos ricos o pobres, jóvenes o viejos. Por supuesto, hay diferencias en la manera de sufrir, pero para el que sufre, el dolor es el dolor. Mental, físico, emocional, todos sufrimos algún tipo de dolor o dificultad.

Eso es porque sufrir es una verdad universal. Da igual quién seas; vas a sufrir. De hecho, una de las primeras verdades nobles del budismo es el dukka: “todo es sufrimiento”.

Entonces, todo este sufrimiento tendrá una razón de ser, ¿no? ¿Es esta una especie de broma cósmica? ¿Nunca seremos capaces de ser realmente “felices”?

Más o menos: en realidad, el sufrimiento es bueno.

Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; pero la que produce espinos y cardos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada.

Hebreos, 6:7-8

Si es bueno sufrir, ¿por qué lo evitamos a un nivel tan primario? ¿Por qué evitamos las rupturas, detestamos trabajar duro, y nos escabullimos para sentarnos en el sofá y ver la tele o para beber caipirinhas en la playa? Si el dolor es algo a evitar, ¿cómo puede el sufrimiento ser bueno?

Sufrimiento, dolor, y dificultad son lo que hace que lo bueno sea, a falta de una palabra mejor, bueno. Nos define el contraste entre el dolor y el placer. Entre la adversidad y los logros. Tanto si quieres como si no, vas a sufrir. Y es ese dolor lo que te permitirá crecer. Las dificultades son el contraste con lo bueno. El espacio en blanco que define la forma, el silencio entre la música.

Sufrir es inevitable; sufrir es la vida misma. Sin sufrimiento no habríamos pasado de ser simples microbios. Es el nacimiento de la vida, la lucha contra a la entropía, y contra la muerte.

Si aceptas que vas a sufrir, entonces puedes empezar a preguntarte “¿para qué voy a sufrir?”, o dicho de otro modo: “¿por qué merece la pena sufrir?”

Vas a sufrir. Por un lado, lo siento; siento que tengas que experimentar dolor. Pero por otro, me alegro de que sufras; me alegro de que sufrir te permitirá aprender y crecer y vivir. Sufrirás y lucharás por lo que quieres, y esa lucha te hará vivir. Si eres capaz de entender por qué vas a sufrir (cuál es tu razón para sufrir), entonces harás que el sufrimiento tenga sentido.

Te deseo que sufras bien.

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