¿Qué es arte?
En 1917, Marcel Duchamp entra en una ferretería de Nueva York y compra un orinal de los que hay disponibles en tienda. Al volver a su estudio con su flamante pieza de porcelana para baño, lo apoyó sobre su base, firmó en ella “R. Mutt”, lo llamó Fuente, y dijo que era arte. Mostrado en ángulo y fuera de su contexto habitual, era algo bello, pero la belleza no era la idea. Duchamp mandó el orinal firmado a la Sociedad de Artistas Independientes, de la cual era director y fundador, para exposición. Esta sociedad estaba tan en la vanguardia que su propósito era, de hecho, evitar la altura de miras de los museos. En vez de eso, los conservadores habían prometido aceptar trabajos de cualquiera que quisiese ser incluido, siempre y cuando pagasen una pequeña cuota de miembro. La exposición era la más grande de su categoría, e incluía arte de grandes nombres y completos desconocidos en el mismo espacio.
Fuente fue demasiado hasta para estos vanguardistas. No sólo Duchamp envió anónimamente un objeto funcional y prefabricado a una exposición de arte, algo jamás visto en aquella época, sino que además tuvo la desfachatez de enviar un indecoroso orinal. La sociedad se echó atrás, negándose a exhibir la pieza, y de ese manera se puso fin a la historia de Fuente. Sólo queda una fotografía del original. El propio orinal fue supuestamente tirado a la basura.
Lo que trataba de decir Duchamp, sin embargo, aún pervive. La pieza era una especie de provocación irreverente, una que agitó los propios cimientos del mundo del arte. A día de hoy, muchos historiadores consideran que Fuente es la pieza más importante de la historia del arte moderno. Hasta el punto de que un tal Dimitri Daskalopoulos, un coleccionista de arte, pagó casi dos millones de dólares en 1997, no por el original, sino por una de las diecisiete réplicas que el representante de Duchamp sacó a la venta 50 años después de aquello. Para Daskalopoulos “representa los orígenes del arte contemporáneo”.
Fuente ilustra muy bien lo difícil que es entender qué es el arte, y qué es el éxito en áreas donde la calidad y el rendimiento son imposibles de medir. Esta semana hemos visitado el Reina Sofía, y en una de las salas se presentaba una fotografía del dibujo de un niño dentro de la exposición.
“Esto no es arte”, zanjó mi novia. La única verdad es que no hay una manera objetiva de determinar el valor de ninguna obra de arte o del rendimiento del artista. Así que todas las formas de arte (poesía, escultura, novela, incluso el dibujo de un niño) son, esencialmente, de valor incalculable. Entonces, ¿cómo explicamos las miles de obras de arte que se han vendido por millones de dólares en los últimos años?