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Álvaro Durán

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July 8, 2020

Moloch

“¿Qué esfinge de cemento y aluminio abrió a golpes sus calaveras y devoró sus cerebros y su imaginación?”

¿Has leído alguna vez el poema de Allen Grinsberg sobre Moloch?

[…] ¡Moloch, cuya mente es pura maquinaria! ¡Moloch, cuya sangre está hecha de dinero! ¡Moloch, cuyos dedos son ejércitos![…] ¡Moloch, cuyo amor es petróleo infinito y piedra! ¡Moloch, cuya alma es electricidad y bancos! […]

— Allen Grinsberg, Howl

Lo que me fascina de este poema es la personificación de un ente abstracto. Puedes ver a Moloch, con sus dedos como ejércitos y sus ojos de rascacielos. Muchos críticos han dicho que Moloch representa el capitalismo, pero no estoy del todo de acuerdo. Sigues leyendo y te encuentras que Moloch también tiene “pechos como dinamos caníbales”, y ¿”penes de granito”?

No, Moloch es la respuesta a una pregunta, la de C. S. Lewis en la jerarquía de la filosofía: “¿qué es?”. La Tierra podría ser un lugar justo, y sus gentes bondadosas y sabias. ¿Qué clase de engendro devoró una realidad así, y cagó este mundo?

Hay un pasaje en Principia Discordia en el que la protagonista va a las diosas a quejarse de los males del mundo. “¿Qué problema hay con eso, si es lo que queréis?”, le responden. A lo que ella dice que nadie quiere eso, que todo el mundo lo odia. Y las diosas responden: “Ah, pues dejad de hacerlo”.

La pregunta implícita, entonces, es que si no somos nosotros, ¿entonces quién? Y Allen Greensberg responde: “Es Moloch”.

No es raro el día en el que una conversación de bar acaba en un manifiesto con diez puntos que todo ser humano debe seguir para salvar el mundo, esta vez sí, de una puñetera vez. Pero es siempre el sistema, ¡el maldito sistema!, el que se pone en nuestro camino.

En el mundo de la innovación, también. Pero pasa como en la película de Interestelar, o en Harry Potter y el Prisionero de Azkaban: el tiempo es una dimensión retorcida que empieza y acaba en nostros mismos. El sistema, la razón por la que el mundo va a acabar siendo de una manera, y no de otra.

Moloch somos nosotros.

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