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Álvaro Durán

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May 22, 2020

Licencias

Me surgieron muchas dudas ayer mientras escribía Actividad y Alcance. Como entenderás, soy el primer crítico de mis ideas, y algunas veces no me convencen. Es como si, a lo largo de esta serie de ensayos, estuviera intentando convencerme de algo, como si hubiese más de una persona en mi debate interno. Decía Whitman que dentro de él había multitudes, y es a la hora de articular una idea cuando estas multitudes se hacen aparentes.

Ayer comentaba que existen diferencias esenciales entre Google, Facebook, Apple, Amazon y Microsoft, y daba la sensación de que podíamos colocarlas en un espectro en función de lo fácil que era asociarse con ellas: en Microsoft habíamos visto la plataforma definitiva: desarrolladores, desarrolladores, desarrolladores gritaba Steve Balmer, sudoroso, en una presentación. Las otras cuatro se desmarcaban progresivamente de esa idea y cada una de ellas era más y más reacia a desarrolladores externos. El proceso para poder utilizar las funcionalidades abiertas de Facebook es largo y complicado, una muestra de que Facebook prefiere controlar la experiencia de sus usuarios sin asociarse con terceros.

Mis dudas surgen a raíz de mi propia experiencia como programador. Como imaginarás, desarrollar programas informáticos exige una serie de herramientas. Necesito, por supuesto, un ordenador, pero la cosa no queda ahí. También necesito ver el código que estoy escribiendo, necesito que éste se transforme en los unos y ceros que la máquina entiende, y necesito ver la evolución a cada paso que doy para no perderme, para que la narración sea consistente y el programa funcione.

Muchas de esas herramientas son programas también, y han sido desarrolladas por gente, han costado dinero y llevan asociadas licencias de uso. En particular, desarrollo sitios web utilizando una librería (una especie de lenguaje con su gramática y su vocabulario específico) llamada React, y dentro de ella, me comunico con la base de datos del servidor utilizando un protocolo llamado GraphQL. Los nombres son lo de menos, lo que quiero resaltar es el hecho de que ambas tecnologías las ha creado Facebook internamente, las utiliza internamente, y para ello ha destinado tiempo y dinero para perfeccionarlas. Y, una vez las ha terminado, las ha regalado para que gente como yo las utilice gratis.

Es la parte de que sea gratis la que me resulta sospechosa. ¿Por qué Facebook, una empresa que acaba de anunciar que, con todo el mundo confinado en casa, les va a bajar el sueldo a los que se vayan a vivir a zonas con un precio de la vivienda más bajo, desarrolla herramientas que son imprescindibles para mi trabajo, por las que seguramente estaría dispuesto a pagar una licencia de uso, à la Microsoft Office, y me las da gratis?

¿Por qué Microsoft quiere asociarse conmigo todo lo que pueda, pero tengo que pagar la licencia para usar Excel, y Facebook no quiere saber nada de mí, pero me regala las herramientas para mi trabajo?

Es una paradoja que no he terminado de pulir y en la que pensaré durante estos días. ¿Tienes alguna idea de por qué puede ser?

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