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Álvaro Durán

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May 6, 2020

Las 8 horas

Hace ya casi un año, el gobierno puso en marcha una ley que estipulaba el control horario de las empresas. La idea es la siguiente: el empresario y el empleado no se ponen de acuerdo en las horas extras, así que debe haber un mecanismo legal que regule a qué tienen derecho cada una de las partes. Desde esta perspectiva, trabajar más horas significa que el empleado tiene derecho a más dinero, y la empresa debe compensar esas horas.

Ha hecho falta reventar el sistema laboral con un virus para entender que esta perspectiva, simplemente, no tiene sentido en el mundo actual.

A propósito del 1 de Mayo, que conmemora las huelgas de 1886 para reducir la jornada laboral a 8 horas, he estado reflexionando acerca de la idea del valor del tiempo. Ya sabes, aquello de lo de que “el tiempo es oro”. No puedo dejar de pensar en un minero como el ejemplo perfecto de esta manera de pensar: la roca no se va a picar sola. Hay una relación directa entre el número de picadas, y el valor que la empresa extrae del trabajo del minero. ¿Más picadas? Más dinero. Pero más picadas son más horas: luego más horas, más dinero.

El mundo, afortunadamente, ya no funciona así. Un médico se pasa 6 años de su vida en su habitación sin ver a ningún paciente. ¡6 años! Y luego, se pasa 4 junto a otro médico. 10 años pasan hasta que es capaz de ver a un paciente él solo. ¿A cuántos pacientes podría haber atendido durante todos esos años?

Lo cierto, claro está, es que a ninguno. Ser médico no es como ir a la mina: no puede hacerlo cualquiera. Exige formación, concentración, memoria, experiencia, y esfuerzo. No hay un número de pacientes que ver, sino un número de pacientes que curar, y hasta el momento en que un médico ha completado su formación, el número de pacientes que puede curar por sí mismo es cero.

Desde ese instante, lleva 10 años de desventaja respecto al minero. Pero en el momento en que cura a su primer paciente, ha hecho algo que ninguno de nosotros sería capaz de hacer. Eso es valioso.

Cierta o no, hay una anécdota de Picasso que me viene a la cabeza. Está Picasso sentado en una cafetería de París, y un fan le pide que le haga un dibujo. Picasso coge una servilleta, y dibuja un garabato en ella. “Eso serán 30,000 dólares”. El fan, confuso, dice “¿30,000 dólares? ¡Pero si has tardado en hacerlo cinco segundos?”. A lo que Picasso responde: “He tardado una vida.”

El coronavirus nos ha liberado de la idea de tiempo, y ha vuelto a poner de relevancia lo que realmente es importante de nuestro tiempo: lo que hacemos con él. Da igual si has sido el mejor barrenero de toda Sierra Morena, como cantaba Antonio Molina: tu trabajo no se mide en horas. Se mide en lo que hace con ellas.

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