La vieja pugna
¿Por qué hace falta complicarlo todo?
Todo este sistema de un banco central que emite moneda y una serie de bancos que lo prestan parece demasiado farragoso. ¿Por qué no algo más simple?
Corrupción, esencialmente. Al separar la emisión de la moneda y el préstamo, no hay manera de que un banco se preste a sí mismo dinero que no tiene. Si bien durante mucho tiempo los bancos centrales fueron de propiedad privada, llegado un momento los gobiernos de las distintas economías se dieron cuenta de que una tarea tan esencial para el bienestar social (que el precio del pan cambie lo menos posible de un día para otro) debía estar libre de las manos interesadas.
Existe un banco central por cada moneda, esencialmente: el dólar tiene el suyo (La Reserva Federal), así como el euro (El Banco Central Europeo, o BCE), o la libra (El Banco de Inglaterra, la Vieja Dama de Threadneedle Street). Todos son, sobre el papel, independientes del gobierno, lo que en la práctica supone que sean seleccionados para el cargo en intervalos distintos de las elecciones generales (Jerome Powell, por ejemplo, lleva en el cargo de presidente de la Reserva Federal dos años menos de los que lleva Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, y será miembro de la Junta de la Reserva Federal más allá de los 8 años que puede estar Trump en el cargo).
A la hora de la verdad, las cosas son más complicadas.
Mi única pregunta es ¿quién es nuestro mayor enemigo, Jay Powell o el presidente Xi?
[El presidente del BCE, Mario Draghi] puede estar muy orgulloso y atribuirse el 50% de los resultados de un nuevo y exitoso partido [antiinmigración] gracias a su política.
— Wolfgang Schäuble, en una entrega de premios en Abril de 2016, cuando era Ministro de Finanzas del gobierno alemán.