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Álvaro Durán

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May 28, 2020

La Guerra de los Exploradores, Episodio 1

Una de las cosas que mantiene a Bill Gates en la lista de los hombres más ricos del mundo es la inercia. A día de hoy, siendo un producto de baja calidad, 800 millones de dispositivos utilizan Windows en su ordenador. Es, de facto, el sistema operativo de los ordenadores personales, y lo ha sido desde siempre.

La razón, como comentábamos ayer, es que el complemento del sistema operativo Windows, que es el ordenador, se venden casi regalados: la mayor parte del precio de un ordenador es la licencia de Microsoft. Las empresas inteligentes tratan de regalar los complementos de sus productos.

Esta es, al mismo tiempo, la razón por la que han sido incapaces de prever lo que se nos venía encima con Internet. Para Microsoft, un explorador no es más que una aplicación dentro del sistema, como lo es el Paint o el Flight Simulator. Por eso, la llegada de distintos exploradores como IBM Web Explorer, Navipress o SlipKnot no era un problema: al final del día, todos los caminos llevaban a seguir utilizando Windows en tu ordenador.

Todo cambió con la llegada de Netscape: hay dos eras en Internet: antes de Netscape, y después, dijo Mark Pesce acerca de la revolución que supuso el nuevo explorador de Marc Andreesen. En dos años, la Web pasó de ser algo desconocido a estar en todas partes, y con ella, Netscape acaparó el 80% de las descargas de exploradores Web.

El monopolio de Microsoft estaba basado en tener el control de la plataforma y el acceso a los usuarios de su sistema, y es por eso por lo que Netscape fue visto como una amenaza: un explorador tan utilizado se había convertido en un intermediario entre Windows y la más que creciente Web, lo que amenazaba la idea de Windows como único proveedor de sistemas operativos. Con Netscape, nada impedía que accedieses a la Web a través de un Mac, por ejemplo. En una contraofensiva, Microsoft dio el salto con su propia aplicación: Internet Explorer.

En 2004, Netscape estaba completamente aniquilada. Internet Explorer era, de facto, el explorador Web, con un 95% de cuota de mercado. En Microsoft podían darse por satisfechos: nadie entraba en un ordenador que no era Windows, y nadie entraba en la Web si no era a través de Internet Explorer.

Nadie vio venir a una empresa que salía a bolsa ese mismo año, y que cambiaría para siempre nuestra manera de entender Internet: Google.

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