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Álvaro Durán

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June 25, 2020

El dilema del innovador

¿Cómo puedes garantizar que tu empresa, cuyo producto estrella está estancado, puede salir adelante? La respuesta parece ser “dejar de considerarlo tu producto estrella”.

En 1997, Clayton Christensen publica un libro llamado El Dilema del Innovador, en el que da cuenta de un extraño fenómeno que había visto ocurrir siempre que había cambios innovadores en una tecnología en particular: las empresas establecidas eran incapaces de verlo venir. Para cuando se daban cuenta de su error, generalmente ya era demasiado tarde. El dilema que da nombre al libro es que estas empresas establecidas no están haciendo nada mal: están escuchando a sus clientes más importantes, están haciendo lo que estos clientes están pidiendo, y están priorizando sus productos más exitosos. Es como si, frente a una innovación, hacerlo bien es hacerlo mal.

Lo que ocurre es simplemente que un producto innovador empieza siendo una broma para las empresas establecidas. Algo que sus clientes no quieren, porque es más lento, o más caro, o menos eficiente, etcétera. Pero que tiene un crecimiento sustancialmente más rápido que el producto establecido, y acaba por desplazarlo un tiempo después.

Por ejemplo: el iPhone es un móvil el doble de caro que los demás cuando es presentado en 2006. Ya hemos comentado que Steve Balmer no daba futuro al iPhone, y lo argumentaba de ese modo: es caro, muy muy caro, para lo poco que puede hacer por los hombres de negocios, el principal mercado para móviles caros.

Sin embargo, es un móvil que parece tener en cuenta no al hombre de negocios, sino a otro mercado muy distinto: el de los fans de la tecnología. Una cámara de mayor resolución, aplicaciones móviles que tú mismo puedes publicar en la App Store, todas las funcionalidades que ya habían enamorado en el iPhone. Mucha gente no tiene reparos en pagar el doble o el triple de lo que pagaron por el último móvil que habían tenido con tal de tener el iPhone. Los hombres de negocios, efectivamente, pasaron: todos siguieron con la BlackBerry.

Con el paso de los años, la tecnología del iPhone se hizo valer: era el mejor móvil del mercado, con muchísima diferencia, y su precio, si bien se mantenía, iba incluyendo un teléfono más y más innovador. No se si recordarás pero era el único smartphone con una pantalla táctil que se podía usar. Todas las demás eran pequeñas, y eran móviles poco intuitivos.

Para cuando Microsoft se dio cuenta de su error, ya era tarde. El iPhone lo había cambiado todo. Delante de sus narices.

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