Cerrando el Gap
Cuando pensamos en una app, lo hacemos en términos de una pantalla. El teléfono, la tablet o el portatil son cajas negras, universos autocontenidos en los que el usuario hace cosas. Gran parte de la literatura que hay hoy en día sobre programación gira en torno a esa idea: un desarrollador trabaja en una "historia de usuario": el usuario hace tal y tal, y pasa esto y lo otro. Fin.
Y sin embargo, todas las encuestas que puedan hacerse hoy en día sobre habitos de la gente con sus dispositivos apuntan a la misma idea: que la inmensa mayoría de nuestro tiempo con un dispositivo lo pasamos en redes sociales. Diseñamos software utilizando la premisa "dispositivo es caja", mientras que el verdadero uso que le damos es el de "dispositivo es puerta". Puerta al espacio social virtual.
Por eso, la industria de la programación se ha vuelto extremadamente eficiente a la hora de diseñar interfaces e interacciones entre el usuario y la máquina. El nivel es de una sofisticación alucinante: el ser humano aún no ha terminado de entender cómo se juega en realidad al Go, pero ya hemos construido una máquina que es invencible jugando. Pero nuestras herramientas sociales están aún mal preparadas para la tarea que les hemos encomendado. Eso es así porque las interacciones sociales son mucho más complejas e impredecibles que la interacción humano-máquina, y esa impredecibilidad (lo he mirado, existe) es inasumible si seguimos dando por hecho que el dispositivo es una caja, y no una puerta.
Este gap, esta incongruencia entre estos dos enfoques persiste porque el usuario es tratado con desdén. El usuario de una red social no es sólo un conjunto de individuos, sino un grupo. Estos individuos toman roles que sólo tienen sentido en grupos: por eso hablamos de seguidores e influencers. Son contextos que no pueden existir si no hay nadie a quien seguir, ni a quien influir. Hay también comportamientos que sólo pueden ocurrir en grupos, como el consenso o la escala social. Y sin embargo, a pesar de estas diferencias tan obvias, la programación hoy en día no tiene las herramientas necesarias para tratar al grupo como la entidad para la que debe diseñar las apps.
Hay muchísimo valor en cerrar ese gap, y no requiere de nuevas o más complicadas herramientas, sólo de nuevas maneras de mirar viejos problemas. De hecho, gran parte de los esfuerzos en software social han sido técnicamente muy simples, pero muy ricos en cuanto a social. De esas herramientas hablaré la semana que viene. Que tengas un muy buen fin de semana.